"Un hijo de perra" es un cuento del escritor chileno-mexicano José Baroja, publicado por primera vez en el libro El hombre del terrón de azúcar y otros cuentos del 2015, reeditado en la obra homónima por Ediciones Escaparate, en Concepción, Chile, en 2018, e incluido, el 2020, en el texto El lado oscuro de la sombra y otros ladridos por Ediquid en Lima, Perú.
Contexto[]
"Un hijo de perra" fue uno de los cuentos incluidos en la antología El hombre del terrón de azúcar y otros cuentos, libro publicado dentro del contexto del XIII Concurso literario Gonzalo Rojas Pizarro, organizado por el Club de amigos de la Biblioteca Municipal de Lebu, Samuel Lillo Figueroa, y patrocinado por el Gobierno Regional del Biobío]], la Municipalidad de Lebu e Impresos Lebu, y que reunió algunos textos inéditos del autor ganador del certamen.
La recepción posterior del cuento propició una edición de nombre homónimo, editado en Concepción, Chile, y presentado en la Biblioteca Pública de Lebu por el escritor Alfredo O. Torres en el Centro de Extensión de la Universidad Católica del Maule, en Talca, por el profesor y escritor Luis Herrera, y en el Espacio Estravagario de la Chascona, perteneciente a la Fundación Pablo Neruda, en Santiago, Chile, por el Doctor en Literatura Jaime Galgani, quien también prologa la obra. También, destaca su presencia en antologías como Una historia por una sonrisa-Antología por la inclusión y la integración cultural o en revistas literarias o especializadas, tales como Revista Guardarraya, en Barcelona, España.
El cuento fue incluido en la obra El lado oscuro de la sombra y otros ladridos, una antología del autor, publicada en Lima, Perú, el 2020, que reúne narraciones, que coinciden, aun cuando sus estilos difieren, en colocar como protagonistas, o ejes centrales del argumento, las acciones trascendentales de distintos perros dentro de distintas ciudades de Chile y México.
Resumen[]
Un joven llora desconsolado en su cuarto: su mejor amigo ha muerto. Lo que él no sabe es que este, convertido en un alma, lo observa tiernamente; al tiempo que comienza a recordar lo que fue su vida en Santiago de Chile, desde su nacimiento, pasando por sus esfuerzos por sobrevivir hasta llegar al afortunado momento en que lo conoció en el casino de la universidad. El cuento acaba con una despedida y un "Te quiero".
Análisis[]
"Un hijo de perra" está influenciado por el género picaresco; incluso es posible encontrar en este referencias directas a La vida del Lazarillo de Tormes, a Hijo de ladrón de Manuel Rojas y a El roto de Joaquín Edwards; aunque la presencia de un alma melancólica que observa a sus seres queridos en una especie de despedida post mortem recuerda sobre todo a La amortajada de María Luisa Bombal. Aun así, el cuento se diferencia de dichas obras al colocar como protagonista a un perro, un quiltro en "jerga chilena", un animal mestizo que deambula libre por las calles de Santiago de Chile, con el objetivo único de sobrevivir, mismo que narra al lector su propia historia. Esto último acerca el texto a la tradición de los relatos de "animales parlantes", iniciada por El asno de oro de Apuleyo y continuada por autores tan célebres como Miguel de Cervantes, con su El coloquio de los perros, y Natsume Sōseki, con su Wagahai wa neko de aru (Yo un gato).
Estructuralmente, y en concordancia con lo que expone Fernando Lázaro Carreter acerca del género picaresco, el cuento se ciñe a características que permiten incluirlo dentro de esta forma literaria. Por ejemplo, se reconoce una narración en primera persona; se narran las peripecias un "paria" dentro de una sociedad naturalmente hostil; la narración comienza en un presente al que tras un extenso racconto se regresa para dar por cerrada la historia; el protagonista "sirve" a muchos amos. A partir de esto, el narrador protagonista presenta un mundo marginal y de pobreza, conformado principalmente por mendigos y prostitutas, quienes se convierten en sus iguales; asimismo, se mencionan como parte de este mundo a oficinistas, ricos, estudiantes, niños y a otras personas del ámbito citadino lo que le da vitalidad al conjunto, al mismo tiempo que le sirve al narrador como contraste moral sobre la base de una, aparentemente, involuntaria crítica social acerca de lo que sucede a la sombra de los rascacielos en las urbes posmodernas. En tal sentido, la elección del perro callejero como protagonista tiene sentido, al ser este un símbolo o representación habitual del ser latinoamericano en la narrativa hispanoamericana.
A diferencia de otros textos de José Baroja, el uso del género picaresco en este cuento lo distancia parcialmente del neofantástico, presentándonos en principio un texto de fantasía dentro de un contexto realista. De todas formas, sí se identifican aspectos comunes a otras de sus obras como una continua apología de la infancia, comprendida como la etapa previa a la degradación existencial del ser humano, y una explícita disconformidad con la estructura social capitalista.