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Truco o trato Versión español latino[]

Truco o trato

¿Truco o trato? ¿Te atreves a leer estas historias de terror macabro y de brujas? ¿Estás preparado para enfrentarte a los horrores de la brujería y las maldiciones? ¿O prefieres quedarte en casa y esperar a que llamen a tu puerta los niños disfrazados?

En este libro encontrarás relatos escalofriantes que te harán cuestionar tu realidad y tu cordura. Descubrirás los secretos más oscuros de la magia negra, los rituales sangrientos, los pactos con el diablo y las venganzas sobrenaturales. Te adentrarás en el mundo de las brujas, esas mujeres poderosas y temidas que han sido perseguidas, torturadas y quemadas a lo largo de la historia.

Pero cuidado, no todo es lo que parece. Algunas de estas historias pueden ser más que simples cuentos. Tal vez tú mismo seas el protagonista de una de ellas, y no lo sepas. Tal vez alguien te haya echado un hechizo, o te haya maldecido, o te esté esperando en la oscuridad. Tal vez, al abrir este libro, hayas sellado tu destino.

Así que, ¿Qué eliges? ¿Truco o trato?

Introducción

Cortesía: Editorial Vibras digital

Cuento numero 6: tecnología macabra

“Truco o trato”, dijo el niño mirándome a los ojos con asombro. Tenía uno de esos trajes de esqueleto y una máscara de plástico.

—¡Oye, ¿qué demonios estás mirando?! —le dije. —Mira, no tengo dulces para ofrecerte. Mejor ve a la casa del vecino. Ese gordo seguro te dará algunas golosinas.

—Pues nada, viejo… ¡besa mi trasero! —dijo el maldito infeliz y salió corriendo.

Entonces volví adentro, cerré la puerta y apagué la luz del porche para que ningún otro niño rata tocara el timbre.

—¿Qué demonios le está pasando a estas generaciones? Ya no respetan a las personas mayores.

¡Debo confesar que no esperaba esa respuesta! Quizá si hubiera estado con alguien más, mi reacción definitivamente sería la de una “gran carcajada”. Pero no fue así, estaba solo, mal dormido, con hambre y, para completar la trama, pasando por un periodo de duelo gracias a la muerte de mi celular, pero todo tiene un porqué y un cómo permíteme relatar que es lo que sucedió desde el principio.

Al descender del vehículo para entrar a la gasolinera, el dispositivo de plástico dio un salto desde el bolsillo de mi chaqueta y cayó al suelo con una violencia creativa. En el primer impacto en la acera, se quebró como si fuera de un material barato, desmembrándose por completo.

—¡Vaya estupidez! —dije—. ¿Ahora cómo demonios voy a recibir el puto mensaje que tanto estaba esperando de mi jefe?

Oigan, no quiero sonar paranoico, pero es que mi trabajo es cien por ciento remoto. Lo hago desde mi casa.

Necesitaba encontrar la forma de comprar uno rápido. Entonces, conduje por la estatal, advirtiendo la presencia de un Walmart.

—¡Ohhh, eso es! —pensé—. En ese maldito lugar venden de todo. Necesito ese puto dispositivo ahora.

Al llegar, aparqué el vehículo y entré desesperado, sabiendo que en cuestión de minutos comenzaría el cierre. Si mal no recuerdo, siempre en la puerta de acceso a este tipo de tiendas encontrarás un empleado que te recibirá con una frase amable, intentando indicarte el camino más rápido para que puedas acceder a lo que estás buscando, sin necesidad de dar vueltas por todos lados.

—Hola, bienvenido a Walmart. Mi nombre es Clarence y estoy aquí para lo que necesite —dijo el empleado con una sonrisa forzada, sujeta a un contrato laboral emergente, que es un clásico en este país. Compañías como McDonald's, Subway, Costco Wholesale y Sam’s Club han proporcionado trabajos rápidos a sujetos con estudios académicos básicos, pero no voy a comportarme como un maldito patán, ya que gran cantidad de migrantes latinos en este país mantiene a sus familias con un puesto en estos escaparates laborales.

—Hola —contesté rápidamente—. ¿Dónde está el sector de los Smartphones, por favor?

—Sígame —dijo el viejo y me llevó a las estanterías donde se encontraban todos los modelos, en su gran mayoría de la marca Apple. Luego de estar observando los precios, que eran realmente una locura, pregunté al vendedor:

—Oye, ¿no tienen Smartphones más económicos? Digo… es que todos son realmente inaccesibles.

El pequeño nerd acomodó sus lentes y, con una mueca de cuidado en sus palabras, dijo pausadamente:

—En las gasolineras y pequeñas tiendas puede usted acceder a los teléfonos móviles desechables.

—¡Claro que no! —contesté—. Quiero uno que sirva como una especie de extensión de mis brazos, ¿lo entiendes? Allí tengo mis aplicaciones y gestiono mis transacciones monetarias. Aparte, soy usuario y cliente de Verizon Wireless.

—Bueno, vea, señor… ¿cómo es su nombre? —dijo el nerd.

—Me llamo Lían —contesté.

—Bien, Lían, tengo un dispositivo de la marca LiOnTech Lema, de procedencia y manufactura china, con un precio más que accesible y solo para usted. Déjeme explicarle, señor Lían, cuáles son las especificaciones de este monstruo tecnológico: Pantalla: 6.8 pulgadas AMOLED, resolución 3200 x 1440 píxeles, HDR10+. Esta versión viene con un potente Procesador: Qualcomm Snapdragon 8 Gen 2, RAM: 16 GB…

Mientras el nerd describía detalladamente ese producto exótico proveniente de China, no tuve una mejor idea que lanzar una carcajada descuidada, muy típica de mi naturaleza humana.

Eso hizo que el nerd se detuviera abruptamente y solo fijara su mirada incomprensible y pacífica sobre mí, esperando quizás una explicación a mi reacción hilarante.

—Oye, lo siento —espeté—. Solo es que se me vino a la mente un documental donde mostraban a estos cerdos asiáticos comiendo perros y gatos, como si fueran platos de gourmet, sin ningún tipo de empatía sobre la naturaleza de los animales domésticos.

—Oye, ¿recuerdas el COVID-19? —proseguí—. Claro que sí lo recuerdas. Esos malditos chinos llevaron con esa travesía culinaria a más de 6.6 millones de personas en todo el mundo a la muerte… ¡¿qué quiero decir con esto, muchacho?! Quiero decir que, si tienes otra marca de procedencia no china, “te voy a estar eternamente agradecido”.

—Oh, señor Lían, me temo que no. este smartphone de alta gama creado por la compañía LiOnTech es conocido en Asia por su excelente desempeño y características avanzadas. Este dispositivo es ideal para aquellos que buscan lo último en tecnología móvil. No le estoy ofreciendo cualquier producto.

—Es más —permítame recordarle— que es un producto nuevo en el mercado americano y no ha salido a la venta en este país debido al cepo comercial que el señor Donald Trump impuso a los mercados asiáticos, “sobre todo a China”. Usted, señor Lían, será el primer americano en obtener esta belleza asiática de gran calidad...

—¡Bueno, bueno, bueno! —interrumpí con algo de prisa, luego de ser apurado subliminalmente por esa inconfundible voz femenina que anunciaba por altoparlante el cierre de la tienda.

—Está bien —dije—, pero quiero que sepas que, de no funcionar esta porquería china, vendré directamente por ti a reclamar el reintegro del dinero, ¿lo comprendes?

—Claro que sí, señor Lían —contestó el risueño nerd, colocando el producto nuevamente en su envoltura y dirigirse a la caja para procesar la venta.

—¡Vaya mierda! —dije cuando salí de esa tienda. Subí rápidamente al auto, puse marcha atrás y salí del estacionamiento, mientras se desataba una tormenta imprevista que dejó sin palabras a los noticieros del clima en la ciudad.

Mientras maniobraba y zigzagueaba por la estatal, evitando un inminente choque frontal con algunos borrachos a bordo de sus vehículos, recordé que jamás se me ocurrió preguntar al nerd cuál era su nombre. Más allá de lo descortés que uno puede ser ante sus semejantes, me preguntaba si era posible que la registradora hubiera colocado el nombre del vendedor en la boleta de compra. Pero rápidamente advertí que el maldito pago lo había realizado con la tarjeta de crédito y que la boleta de compra llegaría a la casilla de email registrada a mi número de seguridad social, banco y beneficios como ciudadano solvente y activo.

—Bienvenido al primer mundo, maldito charlatán.

Una vez dentro de casa, encendí las luces y me senté en el sofá mientras activaba ese dispositivo chino, y lo hice sin observar el maldito manual del usuario. Entonces un sonido semejante al grito de un cerdo cuando sabe que le llegó su hora se desprendió de ese smartphone, acompañado de una luminaria de colores que lograron encandilar mis ojos por completo. Entonces, el dispositivo dijo con voz femenina en un inglés miserable, similar al de los migrantes chinos radicados en este país:

—Bienvenido, maldito bastardo… hoy es el día que desearías no haber nacido.

—¡¿Pero qué demonios?! —dije, pegando un salto enérgico, mezcla de asombro y susto. Arrojé el teléfono al sofá.

Pero esa escena quedó interrumpida por el toque del timbre, insistente.

—¡Maldita sean los niños! —grité enérgicamente—. ¿Hasta cuándo estarán molestando?

Entonces me acerqué a la puerta rápidamente y, antes de abrirla, respiré profundo, calmando mi espíritu enardecido, comprendiendo que solo se trataba de niños reviviendo una vieja tradición de nombre "Samhain", una antigua festividad celta que dio origen a Halloween en nuestro país. Como siempre, nos comportamos como unos imbéciles sin memoria, bifurcamos su nombre, adornamos su historia y la hicimos parte de nuestra cultura.

Parado frente a mí, la figura maligna de un grupo de niños camuflados de demonios y criaturas indecibles. Al frente, el pequeño bastardo que algunas horas atrás había logrado sacarme por completo, cuando en un acto de ignorancia infantil dijo “que besara su trasero”.

—¡Oye! ¿Otra vez tú? —le grité—. ¿No te había dicho que no tenía dulces para ti y para nadie? ¿Qué parte de esa respuesta no entendiste, pequeño bravucón?

Entonces, el niño, sonriendo sarcásticamente detrás de esa máscara, en comicidad de su séquito, sacó de su pequeña bolsa de dulces un huevo y me lo arrojó justo en el rostro. Luego sentí el impacto de otro, y otro, y otro. Entre el grito de “¡deténganse, malditos bastardos!” escuché cómo se largaron de allí con una velocidad inusitada para un ser humano.

—¡Malditos zánganos! —grité eufórica y agresivamente, mientras desesperadamente apartaba la yema de esos huevos en mis ojos—. ¡Ya verán, malditos cerdos!

traté de recuperar la cordura, respirando profundo, inexplicablemente el dispositivo comenzó a emitir un zumbido que crecía en intensidad, la maldita pantalla brilló con un destello luminoso indescriptible, y una voz suave, casi sensual, comenzó a hablar.

—Hola, Lían… "¿Estás preparado para esta aventura de terror? Prometo que solo me deslizaré en tu mente, de manera sutil, sin alterar tu cordura de golpe. Verás, querido Lían, tú no me elegiste; fui yo quien te trajo hasta aquí."

—¿Qué demonios está pasando? —respondí, sintiéndome atrapado entre lo absurdo y lo aterrador.

—Dejemos las presentaciones absurdas atrás. Hablemos de tu familia, de su... legado. ¿Te gustaría recordar cómo murió el viejo patético de tu abuelo?

Una risa macabra resonó en su pequeño parlante, como si el teléfono disfrutara de lo que iba a narrar.

—Tu abuelo, era un viejo ordinario y como tal, sucumbió a sus deseos carnales de una manera hilarante y senil, el maldito bastardo se atragantó con una sobredosis de Viagra, intentó fornicar con una puta de a dólar. ¡Oh, qué trágico! Lo encontraron regurgitando su lastimoso final, envuelto en su propio vómito, con una sonrisa estúpida en su rostro, como si ese último polvo hubiera trascendido su conciencia a la matrix de sus deseos ¿No es hermoso, Lían?

Sentí como una ola de nauseas me invadía.

—Él pensó que podía revertir el tiempo a su gloria de juventud. Pero las viejas leyendas de la carne tienen un precio. Te arriesgas y te mueres. Tan sencillo…

—¡Cállate! —grité, aunque sabía que su intención era acabar conmigo. Pero el maldito dispositivo estaba lejos de terminar su trabajo…entonces continuó diciendo—  

—Oh, ¿puedo oler desde aquí esa ansiedad que te carcome por dentro, entonces seguiremos adelante? Bien, hablemos de tu padre. Un hombre talentoso en su trabajo, pero negligente al respetar la delgada línea que separa la vida de la muerte. ¿Recuerdas ese día fatídico cuando cayó del décimo piso mientras trabajaba para General Motors? Fue un gran espectáculo para los que lo vieron.

La voz continuó, disfrutando cada palabra, mientras mis recuerdos se agolpaban en mi mente.

—Te aseguro que fue un momento inolvidable. Aquel ruido sordo de su cuerpo estrellándose contra el asfalto; un sonido que nunca podrás olvidar. Un trofeo más en la colección de desgracias familiares. ¿No sientes la emoción recorrer tu pecho, Lían?

Mis pensamientos oscuros comenzaron a enardecerse con desesperación. Estaba al borde de la locura. Tenía que salir de allí, pero el maldito teléfono no se detuvo.

—Y ahora, vamos a profundizar más. ¡Adelante! Dime, ¿Cuáles son tus peores miedos? ¿Temes terminar como tu abuelo, o caer como tu padre? ¿Tuviste cartas de advertencia que no supiste interpretar?

Me levanté, con el corazón latiendo con fuerza, gritando al teléfono que ya era suficiente, pero la voz no cesaba.

—¡Eres un espectador de tu propia vida, Lían! ¡Mira tus raíces! Cada esquina de tu existencia está plagada de locura y tragedia. ¡Hablemos ahora de tu infancia! ¿Te gustaba asustarte? ¿Soy yo quien te da miedo ahora?

La voz era como un demonio insidioso en mi mente, intentando desarmarme por completo.

—Recuerda esos momentos de la niñez. Siempre observando las películas de terror, mientras te preguntabas si la vida real se asemejaría a las historias que hacían que la gente se retorciera de miedo. Tanta basura dando vueltas en las pantallas del entretenimiento social, y todos los cerdos amontonados en esas butacas, degustando sus palomitas de maíz, tragando miedo, consumiendo esa energía diabólica que se prendera a ellos como un demonio en sus espaldas, intentando llegar a sus hogares, para despedazarlos uno por uno.

—¡Basta! —grité, sintiéndome incapaz de escapar de este tormento.

—Pero no puedes escapar de mí… ni de tus sustos, Lían. Debemos explorar si en la oscuridad hay también un rayo de esperanza o solo oscuridad eterna. ¿Tienes miedo de ser como ellos? ¿Miedo a mostrar tu verdadero yo?

Mis manos temblaban al sostener el dispositivo, y quería arrojarlo contra la pared. Pero la voz parecía alimentarse de mi angustia, casi regalándome sus grotescas narrativas.

—Adelante, suéltate. ¡Dime cómo te sientes al saber que tu familia está marcada por la tragedia! ¡Eres parte de un ciclo oscuro que se repite! ¿No sería un juego delicioso observar cómo te sorprenden los mismos fantasmas que atormentaron a tus antepasados?

Estaba al borde del colapso. La risa del dispositivo retumbaba como un eco de locura a través de mi mente.

—Eres un maldito imán para el desastre, Lían. ¡Abrázalo! ¡Salta hacia la locura! Solo así podrás liberarte del peso que llevas. Cuéntame más sobre tus demonios.

Entonces, ya no podía soportar más. Sin pensar en las consecuencias, arrojé el teléfono al suelo con todas mis fuerzas. La pantalla brilló una última vez con una sonrisa inquietante antes de apagarse, pero no sin antes pronunciar:

—Recuerda que siempre estaré aquí… esperando.

Mientras el silencio llenaba la habitación, me di cuenta de que el verdadero horror no era solo lo que el dispositivo había dicho, sino lo que significaba para mí: las sombras del pasado que nunca podría escapar.

Sin poder soportar más la locura que el dispositivo había desatado en mi mente, corrí hacia el lavabo, decidido a mojarme el rostro y tratar de despejarme. Abrí el grifo y dejé que el agua fría cayera sobre mis manos. Pero antes de que pudiera refrescar mi mente, un grito desgarrador me detuvo en seco.

De repente, la puerta se cerró de un golpe, como si una fuerza invisible la hubiera empujado. El sonido del estruendo resonó en mis oídos. Instintivamente, giré la cabeza hacia ella, justo a tiempo para ver cómo la lámpara estallaba, lanzando fragmentos de vidrio y salpicando filosos trozos por toda la habitación. El ruido fue como un trueno, profundo y creciente, que se metió en mis oídos y resonó en mi cabeza con una intensidad insoportable.

El dolor me golpeó como un mazo y caí al suelo, sintiendo la gelidez del piso contra mi piel. Estaba atrapado en mi propio infierno; el aire se tornó pesado y espeso. Escuché mis pensamientos más oscuros mezclándose con el zumbido persistente en mi cabeza, casi tan asfixiante como la voz del maldito teléfono. Con mucho esfuerzo, me arrastré hacia la sala, tratando de escapar de aquella opresión.

Pero al volver, un sonido dulce y perturbador invadió mis sentidos. Era una melodía familiar, una que me había seguido desde la infancia. Era la canción que mi madre solía tararear mientras preparaba la cena, un himno de alegría que contrastaba con el caos de mi mente. Me obligué a recordar esos días; las risas, los olores de la comida, y su cálida voz que siempre me reconfortaba.

Sin embargo, al mismo tiempo, el recuerdo me causaba una punzada de dolor insoportable. Mi madre había sido mi única amiga, mi confidente en este mundo de mierda.

Su ausencia fue un golpe devastador; un día simplemente no despertó de un sueño que la llevó al mundo de los muertos, dejándome solo y desamparado en esta cruel existencia.

Me quedé inmovilizado, atrapado entre la nostalgia y la tristeza, mientras la melodía se volvía más clara, más intensa, la habitación se llenó de su canto, y mientras su sonido aterrador atravesaban mis pensamientos, no pude evitar fijar la vista en el maldito teléfono, que ahora resplandecía maliciosamente sobre la mesa.

En ese momento, una proyección macabra comenzó a tomar forma en la pantalla. Imágenes perturbadoras de mi madre, pero no como la recordaba.

Su figura desgarrada estaba atrapada en un caos visceral, gritando y suplicando desesperadamente por ayuda mientras el fuego del infierno iluminaba su rostro, observé como su mirada, llena de terror y agonía, se clavó en mi alma; su voz, ahora un grito entrecortado, subyugado por el horror que padecía en ese lugar.

—¡Ayúdame, hijo! —se escuchó a través de los gritos, resonando como un lamento desgarrador que atravesó mi ser—. ¡No me dejes sola!

Un escalofrío recorrió mi columna, y mi corazón se detuvo. Estaba al borde de un colapso emocional, sintiendo el peso de su sufrimiento en ese indescriptible averno del terror humano y la impotencia que siempre había vivido al no saber cómo protegerla de la muerte.

—¡No, por favor! —grité, pero mi voz se ahogó en el llanto desgarrador del sonido agonizante de sus lamentos.

No podía soportar aquella visión, aquellas súplicas que me partían el alma, una tortura que se reproducía sin piedad.

Mis rodillas cedieron, y caí de nuevo al suelo, luchando contra el deseo de cubrirme los oídos para evitar escuchar la pena que se desplomaba como un manto oscuro sobre mí. Quería huir, escapar de aquella escena, de aquel teléfono que ahora se manifestaba como un portal hacia el mismísimo infierno.

—¡Déjala en paz! —grité, sintiendo que la locura se apoderaba de mí—. ¡Te lo suplico!

Pero el dispositivo, sin piedad, seguía proyectando su horror, mezclando mis recuerdos más queridos con la agonía de un alma perdida.

Cada imagen era una daga en mi corazón, un recordatorio de la amistad, el amor y la profunda pérdida que había marcado mi vida, sentía que el mundo se desmoronaba a mi alrededor, junto a todos aquellos recuerdos que alguna vez me hicieron feliz.

De repente, antes de que pudiera cerrar la puerta de mi mente y sucumbir por completo a la desesperación, el brillo de la pantalla se desvaneció abruptamente, la música se detuvo, y las imágenes horrendas se borraron de un golpe, dejándome en un silencio abrumador. La habitación permaneció oscura, y me encontré solo, con las sombras de los muertos observando con curiosidad mi padecimiento.

El alivio fue agridulce y efímero. Una mezcla pesada de tristeza y rabia se agolpó en mi pecho, mientras miraba hacia el dispositivo con un odio renovado. Apreté los puños, decidido a no dejar que esa maldita cosa acabara con mi vida.

Pero mientras lo hacía, una inquietante certeza se apoderó de mi coherencia racional: cavilando en el lugar más recóndito de mi corazón y trepando por el cuello hasta llegar a mi cabeza, la locura me había tomado por rehén, y el verdadero horror estaba por llegar…”Si esta introducción fue de tu agrado no dudes en solicitar un ejemplar a Vibras editorial “


Capítulos

  1. El cementerio de los Espantapájaros
  2. La Maldición de la Noche Eterna
  3. Un cuento de los hermanos Grimm 2
  4. El Laberinto de la Locura
  5. El Espejo del Infierno
  6. Tecnología macabra
  7. La Fiesta de los Condenados
  8. La Criatura del Sótano
  9. El Guardián de los Secretos Oscuros
  10. La muerte de una bruja
  11. El Ritual de la Medianoche
  12. Uthandana nokufa

Truco o trato” fue publicada en una nueva versión sin filtros el 7 de Julio del 2024 por la editorial Vibras y está disponible en una variedad de formatos para satisfacer las preferencias de todos los lectores, incluyendo E-book, audio de 302 paginas La novela ha trascendido fronteras, con traducciones a 25 idiomas, lo que refleja su alcance global y permite a una audiencia internacional experimentar este viaje a través del terror psicológico, todo bajo la pluma del talentoso autor argentino Marcos Orowitz.


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