El canto de las Brujas[]

Capitulo numero 3: El canto de las brujas
Cortesía :Arianna Euphoria editorial / Berjber /Memory1992
Pagina: 73 y posteriores
Prólogo
La noche abre sus fauces y de su aliento brotan sombras que susurran antiguas maldiciones. En este reino de penumbras y secretos prohibidos, "El canto de las brujas", la obra maestra de Marcos Orowitz, rinde tributo al maestro del terror, Edgar Allan Poe, en una danza macabra de horror y poesía.
A medida que el velo entre la realidad y la ficción se desgarra como la neblina en un camposanto al amanecer, la oscuridad se convierte en una entidad hambrienta, acechando a los incautos con una perversidad que desafía la cordura. En estas páginas, la festividad de Halloween adquiere un matiz siniestro: los espíritus liberados del ejército del mal celebran su grotesco festín, en el que cada alarido es una plegaria y cada sombra, un presagio.
Los pactos satánicos se forjan bajo la luz mortecina de la luna, mientras los cementerios se llenan de cuerpos sin nombre, testigos de un ritual impío que desafía las leyes divinas. El miedo, más antiguo que el mismo tiempo, aguarda en cada capítulo, deslizándose entre las palabras como una criatura dispuesta a devorar el alma del lector.
Esta novela no es solo una historia; es una experiencia sensorial que perfora la realidad y transforma el terror en arte. Adéntrate si te atreves, pero recuerda: una vez que escuches el canto de las brujas, jamás podrás escapar de su hechizo.
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Con una mirada vacía y sin parpadear, el viejo se sentó junto a ellos. Extendiendo sus manos huesudas hacia las llamas, tiritando de frío, murmuró: "Gracias por permitirme calentar mis manos en esta fogata que, de otro modo, habrían sido las llamas de la muerte en la soledad del lago. Si no estuvieran aquí, hoy sería solo un recuerdo más. La madre naturaleza me despertó, moviendo a las aves del cielo, que, con su canto macabro, me guiaron a ustedes. Son de algún colegio cercano, ¿verdad?"
—No, señor, somos un grupo de jóvenes de la Misión Católica Los Herederos del Reino. Estamos haciendo una vigilia juvenil para conocernos… —respondió Alex, el joven líder de la agrupación, que contaba al menos con treinta almas temerosas a su alrededor.
—Ohhh, ya veo… —dijo el viejo, mientras Carmen le entregaba una humeante taza de café, observándolo intensamente, consciente del frío que emanaba de él como un espectro.
Entonces, el viejo prosiguió, sus ojos brillaban saturados de locura y sabiduría: "Ante tanta amabilidad y con su permiso, voy a contarles un cuento que quizás nadie se los haya contado jamás. Habla de Dios, del señor de los vientos, y de la vida misma. Pero solo si aceptan el pequeño coloquio de este anciano, que carga con las sombras de un pasado inquebrantable."
Los jóvenes intercambiaron miradas nerviosas, intranquilos por la oscuridad que parecía envolver al viejo. Alex, rompiendo el silencio, acotó con firmeza: "Está bien, pero nada de sexo, drogas y cosas raras, ¡ok!"
—Claro que sí, joven —respondió el anciano con una sonrisa torcida—. Mi relato solo intentará iluminar su razón, que en esta parte de la vida vale más que cien demonios atormentados dentro de un monasterio.
Apartando sus manos de la fogata y gesticulando con el rostro, el viejo comenzó a relatar su historia. Cada sílaba que pronunciaba era un latido que resonaba en el aire helado de la noche, y con cada palabra, las sombras parecían acercarse más, como esperando ansiosas el desenlace de su oscuro relato...
Los vientos, en su furia huracanada, azotan la bahía con una violencia demencial que los habitantes de la ciudad tiemblan ante la muerte que se cierne sobre ellos. Huyen desbocados a sus moradas, donde el pavor se adueña de quienes intentan proteger a sus hijos. Algunos, presas de la desesperación, colocan cruces y hojas de olivo manchadas de la sangre de un cordero en sus puertas, mientras otros se apiñan en vigilia en la catedral, implorando piedad al Altísimo, sus voces clamando en un grito ahogado. La oscuridad se cierra sobre ellos, y del abismo marino se despliegan los devoradores de corazones, avanzando como bestias sedientas de sangre hacia la orilla. En un instante, se despojan de sus formas y adoptan la imagen marchita de viejas. Son recibidas por sus cómplices, quienes las envuelven en mantos y las preparan para la celebración macabra.
Cada 31 de octubre, un grupo de ancianas de una comunidad gitana se congrega en una ceremonia junto al mar Caspio. Todos los espíritus del Norte, del Sur, del Este y del Oeste están invitados a esta danza de horrores. Las viejas gitanas prenden una fogata con maderas de olivo, adornando la escena con velas de carbón, rojo y negro, colocadas dentro de cráneos infantiles devorados por el mar y traídos a la costa. Treinta y tres huesos púbicos, pertenecientes a virginales elegidas de los cadáveres que yacen en los cementerios de todo el mundo, forman un sendero macabro. Saben bien que ninguno de esos tejidos pertenece a una consagrada de la cruz.
Con fervor, vierten en sus pies gotas de sangre que alguna vez fluyeron de las venas de un vicario del Altísimo. Sobre la arena, danzan y cantan con frenesí, formando una ronda infernal alrededor de las llamas, invocando al caballero de la noche, el guardián de los deseos prohibidos. Y justo antes del amanecer, desde las tenebrosas regiones celestes, una estrella fulgurante irrumpe en el cielo oscuro. Un orbe de luz envuelto en llamas desciende a gran velocidad, una figura imponente que recuerda a un hombre.
“Oh, Lucero, hijo de la mañana”, claman. Colocaste tus pies sobre el fuego, dejando que la brisa ardiente se infiltre en tu ser, sin rozar siquiera tus vestiduras inmaculadas. Te incorporas a la ceremonia lentamente, tu rostro perfecto iluminando la escena como un faro que guía a los perdidos. Eres la juventud eterna, con la piel tersa como la de un niño, un vívido símbolo de la primavera. Tus ojos azul cristalino cargan la libertad de aquellos pueblos oprimidos por el Altísimo. El silencio, el retumbar del mar, los aullidos de las bestias nocturnas y la propia esencia de esta tierra se postran ante ti, y un aura oscura emana de tu ser.
Tus palabras son profundidades abisales, tu voz, un canto suave e hipnótico. Cuando caminas, tus pasos son un maldito sonido que reverbera con fuerza oscura. Un aroma embriagador, la pureza de un manantial con un toque de cítricos, impregna la costa. Infinidad de luciérnagas te reciben, iluminando tu paso. Eres el señor de los sueños, el príncipe de esta existencia, admirador de la humanidad. Aquel que fue echado a un lado por poseer tal belleza y rebeldía, desafiando al Dios que impuso la creación, compartiendo con los hombres secretos infinitos.
Las viejas brujas, en un gesto de respeto y sumisión, se arrodillan, con la mirada clavada en el suelo. Reconociendo sus rostros marchitos, colocas tus manos sobre sus cabezas. En ese instante, escamas se desprenden de sus cuerpos desnudos, cayendo como larvas sedientas de fuego. La muerte les inflige un dolor indescriptible, un tormento tan sobrecogedor que sus huesos agrietados se quiebran. Llenas de convulsiones, se retuercen, colapsando sobre la arena.
Con voz autoritaria, les ordenas mantener la calma, y, extraordinariamente, como una metamorfosis antinatural, cada una de ellas es envuelta en un halo de luz que asciende desde la cabeza hasta los pies. Renacen como figuras deslumbrantes, recuperando la belleza y la juventud de doncellas dignas de un oscuro cuento de hadas. Estas jóvenes, ahora revitalizadas, emprenden un viaje por la faz de la tierra, conscientes de que este es su último intento. Si fallan, el destino que les espera es un ejército de demonios listo para arrastrarlas al vientre de la tierra, donde las sumergirán en las mazmorras del infierno.
Una vez allí, serán sometidas a torturas inimaginables, después enviadas a la arena del circo del placer, convertidas en bufonas para divertir a los príncipes y potestades que dominan en la maldad de los hombres, quienes reciben con frecuencia oscuros tributos de su rey. Las doncellas conocen muy bien las debilidades ocultas de los hombres saben cómo encender deseos ocultos, seduciendo a muchos con su encanto embriagador. Así, arrastran a multitudes atormentadas por el dolor, lanzándolas moribundas a las fosas de la muerte, donde los esperan la soberbia, la avaricia, la lujuria, la ira, la gula, la envidia y la pereza.
Un banquete de placeres inconfesables se presenta ante los corazones anhelantes, y los deseos corporales buscan saciarse sin miedo, ocultándose de la figura aterradora de un Dios que, al mismo tiempo, ama y condena. ¡Todos anhelan probar y nadie quiere morir aceptando esa cruel verdad! Algunos aventureros se alinean en el sendero de la condena y se embarcan en un viaje sin retorno. Otros, sumidos en la desesperación, venden su alma por un puñado de billetes. Pero los más tristes son los esclavos de sus adicciones; son fantasmas vacíos de decisiones mal tomadas.
La indiferencia del mundo hacia la vida es asombrosa. A nadie le importa un aprecio genuino, y así, la maldad siempre avanza un paso por delante. Las doncellas arriban a la ciudad envueltas en la piel de cuervos. Se deslizan por un hueco que se abre en el techo de la catedral, en los orfanatos, en los geriátricos y hospitales. En cada rincón, inician una ronda tomadas de la mano, invocando la canción preferida de su amo, un canto que resuena en las profundidades del alma, llamando a los príncipes del Norte, del Sur, del Este y del Oeste, implorando que liberen a los demonios esperantes, apostados en los rincones más oscuros de la tierra.
Entonces, en un despliegue sobrenatural, un centenar de demonios responde a su llamado. Se preparan para arrastrar al infierno a la mayor cantidad de almas posibles, cohesiónales y sin distinciones. Mientras el ejército del titiritero baja la guardia para proteger a sus ministros, depredadores y ladrones, los demonios se lanzan sobre ellos como águilas hambrientas, despedazándolos sin compasión. Los sobrevivientes de la luz huyen despavoridos, y todos los hijos del Altísimo se reúnen frente al mar, sintiendo el llamado infernal de las olas que los atraen hacia el abismo.
Entre tanto horror, el corazón de la ciudad palpita con una mezcla de temores y deseos oscuros, mientras la noche arde como un ritual eterno, un ciclo de horror y seducción donde la vida y la muerte se confunden en un torbellino de destino irremediable. Las ancianas, resurgidas y transformadas, se embarcan en su misión demoníaca, surcando la tierra como espectros, dejando tras de sí un rastro de desolación y promesas de placeres muerden a aquellos que las miran con deseo. Con cada paso, la oscuridad se expande, y el sonido de su festejo se levanta, retumbando en el aire, alimentando la inminente llegada de la tormenta.
Y así, la celebración culmina en un clamor ensordecedor mientras los cuerpos caen, desmembrados por la voracidad del deseo y la maldad, un tejido de carne y sangre que se enreda con la tierra misma, mientras el ciclo de horror sigue su curso, incesante y voraz, preparando el terreno para lo que vendrá. La danza oscura ha comenzado, y el señor de la noche observa, satisfecho, desde su trono de sombras, aguardando el inevitable caos.
El deseo del mal en la Tierra es tan intenso que reduce a los seres humanos a un puñado de almas corrompidas, navegantes de sus propias sombras. Entre los ritos y las leyendas, el control de la humanidad ya no es más que un cuento salido de la pluma de los hermanos Grimm. En su apariencia, una belleza cautivadora, pero detrás de cada palabra se agita el mismísimo infierno. Las páginas de esos cuentos están manchadas con los pactos satánicos que han corrompido el corazón de aquéllos que, sin saberlo, buscan la oscuridad con el fervor de un autómata.
A lo largo de la historia, la humanidad ha sido testigo de eventos que revelan su naturaleza más oscura. La peste negra arrasó pueblos enteros, un manto de muerte que se extendió como la sombra de un demonio insaciable. Los cuerpos caían como hojas en otoño, uno tras otro, dejando una estela de desolación. En los campos, las aves de los cielos saciaron su sed con el cuerpo de los muertos, mientras los gusanos realizaban un festín entre la podredumbre y el hedor. La humanidad, paralizada por el horror, se volvió un sonido apagado de sus propios gritos, incapaz de entender que la verdadera plaga reside en los corazones de aquellos que caminan sobre la Tierra.
Y luego vino la Segunda Guerra Mundial, un cataclismo que mostró de nuevo la barbarie inherente a la raza humana. Las ciudades con sus luces vivas se tornaron cenizas, los gritos de aquellos que perecían se mezclaron con el zumbido de las balas y el aullido de las sirenas. En medio de las ruinas, la desesperación se convirtió en la compañera de aquellos que sobrevivieron, mientras una sombra oscura se extendía, devorando la esperanza, urdiendo planes en el silencio. La humanidad, dividida y desollada, vivió su propia historia de horror, una orquesta macabra de ambición desmedida y sufrimiento indescriptible.
Sin embargo, las brujas, en esta danza de muerte y desesperación, sintieron un impulso renovado. Mientras las ciudades festejaban, ignorantes de lo que ocurría en la penumbra de sus existencias, la oscuridad se escurría en sus corazones. Las iglesias sellaron sus puertas, ocultando su hipocresía que abrigaba los pecados de devotos despreocupados. Nunca fueron verdaderos seguidores de la cruz; más bien, ocultaron su cataclismo personal tras sotanas manchadas por los secretos que atormentaban sus almas. En la danza de la vida y la muerte, ambos reinos, el humano y el infernal, comparten un oscuro amor por la infancia y la inocencia que pronto serán sacrificadas.
El cementerio, en esta noche particular, cierra sus puertas al público, abriendo en su lugar un corredor secreto para los espíritus inquietos. Una caterva de brujas emerge de la niebla, danzando entre los cadáveres frescos. Saltan, corren y juegan a ocultarse entre las lápidas mientras el aire se inunda de risas macabras. Una de ellas, en un acto de delirante satisfacción, se aferra a un perro moribundo, mientras sus compañeras aúllan de júbilo: "¡Bienvenida a la fiesta!", y en un grotesco banquete, despellejan al animal y se reparten sus vísceras. A medida que devoran, algunas brujas se sienten insatisfechas y, buscando un festín más satisfactorio, emergen nuevamente hacia la ciudad, en busca de una presa especial.
Tienen el privilegio de sacrificar a los niños, aquellos que arrebatan de los brazos de sus padres, llevándolos a la orilla del mar Caspio. Allí, arrojan los cuerpos, temblorosos y llenos de vida, sobre la arena, rodeándolos con sombras cernidas de acechanza maligna. Respiran a profundidad, absorbiendo el sonido tétrico de sus gritos, mientras se alimentan del terror, una droga tan pura que las fortalece. En un instante, el círculo se estrecha. Se lanzan sobre sus presas, luchando por obtener primero los pequeños corazones frescos, vulnerables y latentes.
Así, su cuerpo, algunas brujas no consiguen saciarse por completo, entonces salen nuevamente a la ciudad en busca de una presa especial, tienen permitido realizar este sacrificio con niños a quienes arrebatan de sus padres y los llevan a orillas del mar Caspio. Arrojan los cuerpos con vida en la arena, los rodean con acechanza maligna, respiran a profundidad el sonido tétrico de sus gritos y se alimentan del terror y miedo que emanan sus cuerpecitos temblorosos. Entonces, el círculo se contrae y se lanzan sobre ellos, luchando por conseguir primero sus pequeños corazones frescos, y en un instante, los despedazan y los devoran por completo. Este ritual las fortalece y les permite continuar siendo jóvenes hasta la espera del próximo 31 de octubre, mientras tanto, las ciudades del nuevo mundo festejan con mucha emoción la noche de los demonios llamada Halloween entre dulces y calabazas adornan la ciudad e iluminan el cielo, mientras tanto desde la profundidad del abismo una legión de demonios se despliega desde sobre la faz de la tierra para devorar a todos aquellos que aman la oscuridad y, en su naturaleza macabra, se reconocen como humanos....Si esta introducción al capitulo numero 3 que lleva por nombre el canto de las brujas igual que el libro fue de tu agrado puedes obtenerlo por medio de la editorial vibras.
Capítulos
- La oscuridad eterna
- Los guardianes de la noche
- El canto de las brujas 👈
- Adagio a la guerra
- La ciudad en fiestas
- Languidecía en su propio vómito
- Un cuento de los hermanos Grimm
- La confrontación
- La cabeza del sacerdote
- El ciclo infinito
“El canto de las brujas” fue publicada el 30 de Julio del 2024 por la editorial Vibras y está disponible en una variedad de formatos para satisfacer las preferencias de todos los lectores, incluyendo E-book, audio y papel de 259 paginas, La novela ha trascendido fronteras, con traducciones a 25 idiomas, lo que refleja su alcance global y permite a una audiencia internacional experimentar este viaje a través del terror psicológico de la mano de Martina olivera y Marcos orowitz”