Teodoro Casana Robles fue prácticamente el último enciclopedista del Perú: abogado, periodista, docente, escritor, historiador, parlamentario, arqueólogo, geógrafo, fotógrafo, etc.. Nació el 1 de abril de 1900 en Huamantanga-Canta y falleció el 21 de abril de 1986 en Lima (Perú). Hijo de José Santos Casana Polo y Ascensión Robles Ortiz. En su tiempo, fue considerado el más destacado abogado de la Provincia Constitucional del Callao (por adopción, su segunda tierra), y uno de los más renombrados en Latinoamérica. En su pueblo de Huamantanga, provincia de Canta, promovió y fundó una biblioteca pública a partir de sus propios recursos y, actualmente, uno de los principales jirones de esa ciudad lleva su nombre. Escribió y publicó el tratado Restos arqueológicos de Canta.
El doctor Teodoro Casana se casó con Felícita Martha Costa Igreda, y tuvo un único hijo, Jorge Teodoro Casana Costa, quien cursó sus estudios escolares en el Colegio San José de los Hermanos Maristas del Callao y fue médico especialista en neumología de la Sanidad de las Fuerzas Policiales, retirándose con el grado de coronel.
Sus estudios[]
El maestro Casana Robles realizó sus estudios de Derecho en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Antes de ingresar a la universidad tuvo un momento previo de regocijo espiritual y religioso cuando vistió el hábito de seminarista de Santo Toribio, en Chosica. Ya como profesional de las leyes fue defensor de oficio en el Consultorio Jurídico de Lima, actuario del Tribunal Arbitral del Callao y escribano de Estado adscrito al Juzgado de Trabajo por resolución especial de la Corte Superior del Callao, juez de primera instancia de la provincia de Cajabamba, agente fiscal suplente del Callao, juez ad hoc de la corte chalaca, fiscal de vacaciones, fiscal suplente de la Corte Superior de Justicia del Callao y Decano del Colegio de Abogados del primer puerto. Su tesis para optar el título de abogado apuntó a la reforma del Derecho, en especial en cuanto a la legislación municipal. Es el autor de la letra del vigente Himno del Abogado.
En su casa del porteño jirón La Mar 229, la que ahora es Monumento Histórico, siempre recibió a personas de escasos recursos económicos para darles asesoría gratuita en materia legal. Ese espíritu consagrado al Derecho y a la búsqueda de la Justicia en el más prístino de los conceptos, se ha reencarnado en dos de sus siete nietos, los doctores Sergio Teodoro Casana Bejarano y Patricia Pepita Casana Bejarano, quienes culminaron sus estudios en leyes bajo el ejemplo nutricio y proteico de tan destacado ancestro.
Durante sus años universitarios, tempranamente, nace su vocación por el periodismo. En esa época, editó su periódico "El Canteño", en el que despliega gran tenacidad periodística, y colaboró en el diario católico "La Tradición". Con posterioridad fue corresponsal de "La Voz del Sur". A partir de 1930, durante once años, es cronista parlamentario y corresponsal en el Callao del limeño diario "La Prensa". Años más tarde dedicará sus servicios al matutino "El Callao", en el que escribió hasta el último de sus días, y en el que, durante un período se desempeñó como Jefe de Redacción, poniendo a gran altura al tabloide chalaco. Recientemente, un emotivo reportaje de este diario recordó su trayectoria periodística. Con Teodoro Casana Robles culmina una generación de fogueados periodistas que a través del tiempo ha dejado huella indeleble en la historia de las comunicaciones peruanas. En su larga trayectoria participó en múltiples revistas del Callao y de Lima. Un capítulo especial en su vida profesional como hombre de prensa fue su periplo y empatía en el diario "El Comercio", Decano de la Prensa Nacional, donde escribió muchas crónicas y enternecedores ensayos sobre puertos.
Como historiador y geógrafo, perteneció al Instituto Sanmartiniano, llegó a ser presidente de la filial del Instituto Libertador Ramón Castilla en el Callao y secretario de la principal en Lima. También fue miembro del Centro de Estudios Histórico-Militares del Perú y de la Sociedad Fundadores de la Independencia y Defensores Calificados de la Patria, presidente de la Asociación de Geógrafos del Perú, miembro del comité regional chalaco pro monumento al general Bartolomé Salom y de la Comisión de Demarcación Territorial perteneciente a la Sociedad Geográfica de Lima. Desde un inicio promueve el estudio del pasado del Callao, especialmente en cuanto a su magnitud geológica y estados antropológicos, logrando que se apruebe el primer calendario histórico del Callao. Estudió y analizó al Callao profundo partiendo de su etimología aymara y chimú, hasta llegar en la práctica a su enorme contribución de crear el Escudo de la Provincia Constitucional, símbolo heráldico que le faltaba al puerto de sus amores. Siempre buscó que su terruño por residencia se convierta en un emporio cultural. Es por eso que, cuando en 1958 se realiza un Congreso Nacional de Geografía e Historia en el Callao, aporta sus mejores conocimientos para darle la mejor prestancia y reconocimiento. En 1957, logró que se aprobara la entrega de la medalla que el Mariscal La Mar había conferido a los sitiadores del Real Felipe. Fue también gestor de la construcción del Monumento a los Vencedores de la Batalla de Sangrar, de la difusión de dicha acción de armas en el ámbito nacional, y coordinador durante muchos años, de la romería anual a dicho lugar. Es por eso que, después de su muerte, la Biblioteca de la Municipalidad Provincial del Callao fue bautizada como "Teodoro Casana Robles". Por su condición de hombre amante de la libertad y del conocimiento, el Ministerio de Educación debería designar con su nombre a un colegio o institución educativa del Callao, para así perennizar aún más su memoria.
Profesorado[]
Parte central e insoslayable de su trayectoria profesional, fue su condición de docente por 30 años: En el Callao fue profesor del Instituto Chalaco y del Instituto Sabogal. Hizo gala del ejercicio de su magisterio en el Colegio Modelo y en el Colegio Nacional Dos de Mayo. También en el Colegio Militar Leoncio Prado donde dictó los cursos de Geografía e Historia del Perú, y es considerado profesor fundador. En la Universidad Nacional Mayor de San Marcos tuvo una cátedra en Derecho Civil, y como catedrático principal en el Departamento de Geografía de la Facultad de Letras, sigue siendo el maestro que, con su ejemplo y su apostolado, dejó una huella imborrable y forjó caminos de bien y de progreso, para su alumnado. Recibió las Palmas Magisteriales de manos del presidente Fernando Belaúnde Terry.
Cargos, distinciones y reconocimientos[]
Fue Diputado Regional por Canta de 1925 a 1928 y durante su gestión intervino en la Comisión de Demarcación Política de la Frontera con el Ecuador, uno de las primeros intentos, en el siglo XX, por resolver tan añejo problema. Como parlamentario es considerado el gestor de la creación política de los distritos de Huaura y Chancay. Fue Secretario de la Prefectura del Callao. También trabajó muchos años en el Concejo Provincial del puerto, hasta 1967, año en el que se jubiló. Aparte de ser el creador del Escudo del Callao, colaboró en la composición del himno chalaco. En el Rotary Club porteño el recuerdo de su presencia y liderazgo trasciende a la muerte y al tiempo. Su aporte para que la Biblioteca Pública Municipal del Callao fuera inaugurada en 1957, sigue mereciendo hasta nuestros días, la gratitud y el reconocimiento de la juventud chalaca estudiosa y de los especialistas abocados a interpretar la realidad inmarcesible del Callao. Sin apartarse jamás de sus convicciones y del alto concepto que siempre le mereció nuestra Patria, creó y redactó el ideario de la institución PROMARINA. En dicha organización sin fines de lucro, que se dedica a dar apoyo a la Marina de Guerra del Perú, hasta la fecha se sigue leyendo dicho ideario antes de empezar cada asamblea.
Triste noticia[]
En 1980, el veterano intelectual sufre una gran congoja: tiene que soportar la muerte de su esposa Felicita Martha Costa Igreda, y tres años más tarde, cuando el dolor comenzaba a cicatrizar, un nuevo anochecer cubre de sombras su vida con la triste noticia de que su único hijo, Jorge Teodoro, fallece de una afección cardíaca. A los 86 años, presintiendo el ocaso, viaja por última vez a Huamantanga, a donde desde años atrás venía formando la Biblioteca Escolar a partir de libros que él mismo donaba. Con el fin de inaugurarla viajó el 26 de marzo en una gira de 5 días, acompañado de su nieto Carlos Enrique Casana Bejarano, ex capitán de fragata de la Armada Peruana. Respiró con nostalgia la brisa final de su pueblo, recordando a sus padres, su niñez, el corazón detonante de la juventud. Se despidió.
Fallecimiento[]
Era 1986 y regresó a Lima el 30 de marzo, exactamente para celebrar su cumpleaños el primero de abril; pero, debido a la complicación que tuvo un resfriado que lo había afectado en las alturas de Huamantanga, fue internado de inmediato en el Hospital de la Sanidad de las Fuerzas Policiales. Su avanzada edad impidió que esta vez pueda soportar las sobrevinientes complicaciones broncopulmonares. El médico especialista en cardiología, Jorge Luis Casana Bejarano, uno de sus siete nietos y quien más cerca estuvo de don Teodoro durante los veintiún días de su larga agonía ya que fué médico de dicho nosocomio y ex capitán de sanidad de policía, nos dice con el rostro afligido y frente al retrato de su abuelo (nunca se cansará de contemplarlo), que "su Toto" le dejó grandes y profundas enseñanzas y que, fundamentalmente, lo que él más admira de ese hombre humilde, bueno y sabio que fue Teodoro Casana es "... su constante deseo por saber y por ser, su pasión por el conocimiento; pues no había momento libre en su vida en el que no buscara aprender desde lo más simple; junto a su prodigiosa capacidad de dar amor y afecto, siempre tuvo la devoción e imperiosa necesidad de leer un libro o de escribir algo; era un creador, tenía algo de divino..."
En homenaje póstumo, como reconocimiento a su esfuerzo y labor en pro de la cultura y educación, lleva su nombre la Biblioteca pública “Teodoro Casana Robles” del Callao, entre los jirones Colón y Pedro Ruiz Gallo.