Talent for horror 2 Madame Jeanne Weber's shoes[]
Es una obra del escritor Argentino Marcos Orowitz, y fue escrita en el año 2000 y publicada por primera vez en autoreseditores y en la basura de Amazon Kindle el 22 de abril de 2023 para luego ser rechazada en junio del año 2024 debido a la naturaleza de la novela, Se trata de la segunda entrega de una serie de cuentos y relatos que rinden homenaje al maestro del terror Edgar Allan Poe, y que exploran los rincones más oscuros y perturbadores de la mente humana.
En este libro, Orowitz nos presenta la historia de George Zimmermann, un rico y excéntrico filántropo que se dedica a coleccionar objetos relacionados con asesinos seriales, crímenes atroces y fenómenos paranormales. Su obsesión lo lleva a buscar los zapatos de madame Jeanne Weber34, una infame estranguladora de niños que aterrorizó a Francia a principios del siglo XX. Pero lo que Zimmermann no sabe es que esos zapatos guardan un terrible secreto, y que al poseerlos desatará una cadena de horrores que pondrá en peligro su vida y la de quienes lo rodean.
La obra es un ejemplo de terror Gore, psicológico, macabro y espiritual, que combina escenas de violencia explícita, tensión, misterio y elementos sobrenaturales. cabe destacar que dentro de esta obra se encuentran algunas novelas que fueron adaptadas aun cuento para formar parte de este compendio o manuscrito de gran calidad literaria; El autor utiliza un lenguaje urbano, directo y provocador, y una narrativa basada en el guion y el diálogo, para captar la atención de las nuevas generaciones de lectores. Talento para el horror 2. Especial: Los zapatos de madame Jeanne Weber es una obra que no dejará indiferente a nadie, y que hará las delicias de los amantes del género de terror.
Pequeño fragmento cuento: Muérase en otro lugar por favor.
Reseña histórica fundamental para el cuento
Filadelfia, el lugar donde Estados Unidos declaró su independencia el 4 de julio de 1776, es hoy una vibrante metrópolis que supera todas las expectativas del cine de terror. Conocida cariñosamente como Philly, la ciudad del amor fraternal, su nombre procede del griego philos (amor) y adelphos (hermano).
Fundada en 1681, es una de las ciudades más antiguas de Estados Unidos. Fue aquí donde se declaró la independencia de las 13 colonias americanas de Gran Bretaña, el germen de la nación más poderosa del último siglo. Hasta la fundación de Washington, Filadelfia fue la capital de Estados Unidos, gozando de una importancia política y social mayor que Boston o Nueva York. Hoy, Filadelfia es la principal metrópolis del estado de Pensilvania, aunque la capital y sede del gobierno es Harrisburg.
Más allá de su importancia histórica y de sus iconos patrióticos –Betsy Ross diseñó y cosió la primera bandera americana en Filadelfia– Philly, situada al noreste entre Nueva York y Washington DC, con un millón setecientos mil habitantes, se está convirtiendo en el escenario digno de una película de terror.
Cansado de encontrar cada día el cuerpo sin vida de un adicto en la puerta de su tienda, Michael confeccionó un gran cartel con la leyenda: “Muérase en otro lugar, por favor”. Con una gran flecha apuntando hacia Allegheny Station, decidió colocarlo en la vidriera de su tienda.
Una fría madrugada de enero en Filadelfia, la muerte comenzó a contar cadáveres en la avenida Kensington. Al observar el atrevido cartel de Michael, se molestó tanto que decidió sumar un cuerpo más a su minucioso inventario cíclico.
Michael:
"Hoy hace mucho frío. Espero no encontrarme nuevamente con el cuerpo de ninguno de esos vagabundos. Estoy cansado de lidiar con estos malditos zombis. ¡Siempre se mueren en la puerta de la tienda!
‘Malditos hijos de puta, mueran en otro lugar’. Ya no arrastraré ningún otro cadáver apestoso hasta la acera. ¡Que lo haga el gobierno! Envíen a los soldados y acaben con esta miseria antes de que todo se convierta en una escena de The Walking Dead."
Todas las mañanas, tal como lo describe la maldición de Michael, lo espera el cuerpo sin vida de algún zombi en la puerta de entrada. ¡Es una maldición! La avenida Kensington se ha convertido en el lugar más popular de Filadelfia en las dos últimas temporadas, gracias al fentanilo y a los políticos que, para engordar sus cuentas bancarias, dieron pulgar arriba a los viejos narcos que migraron de zonas calientes como Nueva York, contagiando la ciudad de terror. ¡Pero inevitablemente se les fue la mano!
Michael lleva en el negocio de la ferretería al menos dos décadas. Antes de él, su padre lo hizo durante cuatro décadas, y antes de su padre, su abuelo, un inmigrante italiano que llegó con su familia escapando de los horrores de la guerra. Este tradicional negocio familiar tiene muchas historias para contar, pero ninguna tan cruda como las que Michael ha vivido en los últimos dos años.
Entre las historias más impactantes, Michael cuenta la de una familia entera atrapada por la droga, que decidió morir uno a uno en la puerta de su tienda. Pero hay relatos aún más macabros. Una madrugada, una jovencita embarazada, con apariencia de anciana, decidió morir también en la entrada de su tienda. A la mañana siguiente, cuando el servicio de salud pública llegó y los camilleros levantaron los pedazos de cajas con los que se había cubierto para huir del frío, encontraron su cuerpo sin vida. El bebé había quedado atrapado en el canal de parto, con medio cuerpo afuera, también muerto.
Historias horrendas como estas cubren la avenida Kensington. Los mal llamados zombis eligieron ese lugar porque alguien los llevó hasta allí. ¿Acaso piensas que fue por voluntad propia? No, alguien les trazó el camino y ellos lo aceptaron. Sería ingenuo pensar que el experimento social en esa zona no fue fríamente calculado.
Para Michael, daba igual. Lo único cierto para él era que pasó casi dos años arrastrando cadáveres hasta la acera para que el servicio público los recogiera y los llevara al crematorio. Todo esto, teniendo en cuenta el tiempo que se toman los servicios sociales para estas cuestiones, ¡que a veces parecen eternos! debido a la burocracia de la ciudad y las leyes adoptadas por los políticos de turno. Michael todavía esperaba una respuesta sólida por parte de las autoridades sanitarias, que seguían al pie de la letra las instrucciones políticas y sus tendencias mediáticas. A veces se mostraban conservadoras cuando les convenía y cautelosas ante la problemática, evitando a la prensa amarillista y las investigaciones internas.
“En esta ciudad podemos tolerar manifestaciones por la liberación del género femenino, a favor de los derechos de género, del aborto, del cambio climático, contra la discriminación, el hambre, el racismo, pero no aceptaremos jamás una manifestación de zombis.”
Este es el dilema para las pequeñas y medianas empresas de la zona que intentaron reabrir sus puertas al público luego del Covid-19 y se encontraron con esta escena de película de terror. Los políticos de la ciudad estaban desorientados, nunca tuvieron un plan. Creyeron que la droga acabaría con los adictos antes de que volvieran a reproducirse, pero como siempre, ¡se equivocaron por completo! La muerte se los llevaba en un abrir y cerrar de ojos, y la vida los volvía a juntar en el mismo lugar. Eran interminables y llegaban desde otras ciudades también, a probar del banquete del suicidio.
Ante toda esta fluctuación de sentimientos de impotencia que se podía sentir en el ambiente de la ciudad, los adictos, los mal llamados zombis, también se mostraron molestos y tenían sus razones. Según ellos, nadie en el país, y mucho menos en la ciudad del amor fraternal donde se firmó la declaración de la independencia, ¡podía impedir que murieran en la vía pública! Entonces, ¿qué demonios hacía ese gran cartel que se exhibía desde la tienda de Michael? ¿Intimidante y colérico?
Ellos estaban mentalmente perdidos y sentenciados a morir como ratas, pero aquel cartel les hacía ruido muy dentro de sus sentimientos indefinidos. Una especie de violencia inusitada afloraba en sus huesudas cabezas cada vez que pasaban por allí.
Una mañana muy temprano, dos efectivos de la policía de la ciudad se presentaron en su negocio y le solicitaron encarecidamente que retirara la leyenda de la puerta si no quería meterse en problemas con la horda de zombis que merodeaba la zona. Pero Michael no acató órdenes; sentía que estaba haciendo lo correcto al defender sus intereses como ciudadano, como comerciante y como un individuo que cumplía con los aportes necesarios que solicitaba el estado para identificarlo como un elemento activo en la sociedad.
Todo comenzó una tarde de mucho frío, cuando una botella impactó de lleno contra la vidriera de la tienda. Michael estaba contando clavos y tornillos cuando escuchó el estruendo y el sonido del cristal cayendo estrepitosamente sobre el interior de la tienda. Descendió del pequeño ático que utilizaba como depósito, tomó un bate y salió afuera dispuesto a acabar con la vida del autor material. Pero cuando intentó encontrar al culpable, se vio rodeado por una multitud de zombis que se mostraron intimidantes con sus cuerpos doblados y sus miradas perdidas. Alguien de entre la multitud balbuceó con voz profunda y carrasposa: “¡Vete de aquí, idiota!” Entonces Michael caminó lentamente hacia atrás sin perderlos de vista y volvió resignado a recoger los pedazos de vidrio que se esparcieron por todo el piso de la tienda.
Michael era un tipo testarudo, descendiente directo de inmigrantes sicilianos. Corría un gran caudal de sangre caliente por sus venas y no se daba por vencido tan rápido. Por medio de algunos familiares que sirvieron al país en algunas de las tantas incursiones piratas en países del tercer mundo, consiguió hacerse de un fusil y media docena de granadas. No iba a permitir que una multitud de parásitos adictos pusiera fin a un negocio familiar con mucha historia en la ciudad de Filadelfia, que se mantuvo en pie por más de un siglo, solo porque una multitud de huesudos zombis no aceptara la leyenda de un cartel que les solicitaba amablemente morir en otro lugar.
El gran dilema no era que decidieran morir en medio de la calle, el problema fue que lo hacían reiteradamente en la puerta de su tienda y eso ocasionaba todo lo antes mencionado por Michael sumando también el trabajo de desinfección del lugar donde reposaba el cadáver toda la noche, cosa que tampoco realizaban los trabajadores públicos de sanidad cuando se llevaban al fiambre, pero estás declaraciones de Michael a los oficiales de policías que lo visitaron nuevamente para solicitarle que retirara el cartel con la leyenda intimidatoria y despectiva del frente de la tienda les importó muy poco, ellos le dejaron en claro que este acto de inmadurez de su parte traería consigo un nuevo evento criminal que podría desencadenar en una horda furiosa de marginales movilizando toda la avenida Kensington para acabar con él.
Michael sonrió despectivamente miró al oficial que detalló esa escena similar a la de the walking dead y le dijo ¡Sobre mi cadáver! "Estoy dispuesto a limpiar gran parte de la ciudad señores todo el trabajo que se niegan a realizar ustedes por falta de rosquillas y donas lo haré yo, no sé preocupen por mí, soy hijo de italianos, nosotros no somos cobardes como los negros y los latinos, nosotros los italoamericanos luchamos hasta el final"
Detrás de esas declaraciones racistas les cerró la puerta de la tienda en la cara y continúo con sus labores.
No pasó mucho tiempo para que algún acontecimiento encendiera la mecha final de este conflicto de intereses mortales, en que una mañana fría del 17 de marzo justo cuando comenzó la celebración de San Patricio en la ciudad una comunidad anónima de personajes reservados envió entre otras cosas a los vagabundos y adictos de la avenida Kensington ropa verde en grandes cantidades para evitar ser pellizcados y encontrar tréboles y duendes en todos lados, aunque la idea estuvo bien al querer contagiar y compartir el entusiasmo irlandés con los vagabundos, no era precisamente el momento adecuado, ya que casi todos ellos estaban cavilando un plan de dimensiones criminales, conectados de alguna manera que desconocemos, porque a simple vista parecían un manojo de huesos sin raciocinio hablando de forma incoherente, intentando acabar con un pequeño problema que los acosaba a algunos metros de su zona de confort.
A Michael no le gustaba ese día festivo, en primer lugar, porque los malvivientes aprovechaban la concentración masiva de policías en estos eventos públicos, para cometer sus fechorías por toda la ciudad, esto hacía que Michael estuviera dentro de la tienda hasta largas horas de la noche, evitando con su presencia cualquier tipo de irrupción criminal en su tienda.
Efectivamente la policía huía del resto de la ciudad ¡desaparecería! Y la avenida Kensington se convertía en tierra de nadie y era mejor que no se te ocurriera pasar por allí de forma valiente intentando desviar la atención de los fenómenos que deambulaban por las calle, porque puedo jurarte que te tomarían de los brazos en busca de algo de dinero y te darían una golpiza que jamás olvidarás.
Pero esa mañana todos los residentes sin techo de la avenida Kensington estaban vestidos de verdes, experimentando el poder del fentanilo en sus cabezas, convirtiéndose nuevamente en zombis, cerraban sus ojos, sus cuerpos se doblaban y comenzaban un viaje dentro de sí mismos, un viaje extraordinario que los alejaba del dolor, de la miseria y los transportaba a una secuencia detrás de otra secuencia artificial y los hacía prisioneros del placer que moraba en sus corazones y cuando ese viaje llegaba a su fin, regresaban a esta realidad desesperados intentando regurgitar la dosis de fentanilo que se habían tragado para volver a delirar, pero el estómago sólo regresaba a sus bocas una especie de líquido amargo semejante al bilis que se mezclaba con la saliva y les producía asco y ese era el preciso momento dónde deseaban morir porque permanecían el resto del día sedientos, enfermos y con ganas de sentir nuevamente ese efecto placebo que les recreaba un mundo mejor en su conciencia, pero tenían un problema y ese problema era el dinero, y si estaban mucho tiempo en abstinencia se ponían realmente violentos y la única forma de conseguirlo era recurriendo al delito y para perpetuar ese acto abandonaban su zona de confort y salían a las calles de la ciudad y se mezclaban entre la muchedumbre con apariencia intimidante, con sus rostros transformados, y sus mandíbulas tiritando de frío, extendiendo sus huesudas manos para recibir algún dinero, frente a todos los monumentos erigidos al nacimiento de esta nación tan poderosa, acosando con su presencia a los transeúntes y turistas que visitaban las inmediaciones recreando la ciudad de la independencia con terror, muchos de ellos lograban filmarlos con sus celulares para luego subirlos a las redes sociales con la leyenda "Los zombis de Philadelphia" y eso no era buena publicidad para el partido demócrata ni para el nuevo gobernador de la ciudad Josh Shapiro que intentaba mantener la belleza histórica de la gran metrópoli intacta, con las nuevas políticas de cambio, no obstante a los zombis ¡les importaba un carajo sus planes futuros! la política a cargo del alcalde James F. Kenney, les bastaba para entender que para ellos todo estaba perdido, estos fenómenos de la naturaleza humana ni siquiera sabían quién demonios era el actual mandatario de esta nación, solo deseaban tragarse una dosis de fentanilo y cruzar los límites de la realidad humana burlando a la cordura para llegar a la muerte en un cortocircuito cerebral.
Ese día en el que la ciudad celebraba con entusiasmo y algarabía el día de San Patricio, la avenida Kensington se tiñó de verde, un centenar de adictos y vagabundos marchaban con destino a la tienda de Michael con un solo propósito "acabar con él " nadie iba a detenerlos ni siquiera los oficiales de la ley que disfrutaban de los duendes irlandeses y sus grandes cervezas Guinness Stout.
Michael se encontraba en la tienda, sentado con un fusil M16A2 en sus rodillas esperando expectante el inminente ataque de los vagabundos, los únicos dos propietarios sobrevivientes de la zona infectada que continuaban con sus puertas abiertas al público advirtieron a Michael la noche anterior, sobre el plan que se estaba gestando contra él y su tienda en la avenida Kensington, pero Michael mantenía su postura, no pensaba ceder ni un solo centímetro, por culpa de estos patanes tuvo que abonar una considerable suma de dinero en la colocación del nuevo frente de cristal reforzado en la vidriera y ni siquiera las autoridades de la ciudad montaron una guardia temporal para evitar un posible incidente.
Como lo señalé anteriormente los políticos de turno no querían tener que lidiar con los zombis de Kensington, no querían ningún tipo de publicidad extra, en esta novela de tendencias emocionales y terroríficas, necesitaban un perfil bajo en escena para garantizar el bienestar del resto de los ciudadanos y estos actos de rebeldía por parte de Michael eran un verdadero dolor de cabeza.
Llamaban la atención del resto de los vecinos que esperaban un acontecimiento similar a los de una película, los oficiales de la policía intuyeron que toda esta problemática trascendería y por esa misma razón decidieron que Michael se las arreglara solo y así fue como sucedió, cuando el día llegaba a su fin y la noche traía consigo una oscuridad profunda que penetraba la ciudad invitando a los fenómenos de la noche a degustar el manjar de la violencia en las calles apestosas de Kensington, entre los agujeros y el horror de sus callejones dónde los aguarda la muerte agazapada recibiendo las almas condenadas al abismo que la vida le entrega sin prejuicios, la muerte siente devoción por estás almas puede respirar abiertamente el miedo que ...Consigue el libro. Cuentos de la obra
- Los zapatos de madame Jeanne Weber 1ra y 2da parte.
- Muérase en otro lugar por favor.
- Confesiones de un espíritu de nombre Reynolds.
- Ellos están en tu cabeza abuelo.
- El juego de la vida.
- Con el pene en la mano.
- ¿Por qué lo hiciste?
- Feliz día de los inocentes.
- El día de la ruptura.
- Ellos lo saben tú no
- La última es la vencida.
- Justicia divina.
“'Talento para el horror 2” fue publicada el 26 de Julio del 2024 por la editorial Vibras y está disponible en una variedad de formatos para satisfacer las preferencias de todos los lectores, incluyendo E-book, audio y papel. de 233 paginas, La novela ha trascendido fronteras, con traducciones a 25 idiomas, lo que refleja su alcance global y permite a una audiencia internacional experimentar este viaje a través del terror psicológico, todo bajo la pluma del talentoso autor argentino Marcos Orowitz.”