Los doce bueyes es un cuento popular italiano recopilado por Domenico Comparetti.
Sinopsis[]
Doce hermanos se van a vivir al bosque tras reñir con su padre y se ganan la vida como leñadores. El padre y la madre tienen una hija, que como ha nacido cuando sus hermanos ya no están en casa, no los conoce de nada, tan solo lo que le cuentan, aunque ella quiere conocerles. Un día que la niña se va a lavar a la fuente se quita el collar de coral que lleva y lo cuelga de una rama, de la que un cuervo se lo coge y se lo lleva volando. La niña sigue al cuervo y se interna en el bosque, dónde encuentra la casa en la que viven sus doce hermanos, dónde la niña les hace la comida y se esconde debajo de la cama cuando llegan. Cuando los hermanos llegan se comen los tallarines que se encuentran preparados, pero como tienen miedo de que sea una treta de las brujas que viven en el bosque, al día siguiente uno de ellos se queda de guardia. Atrapan a la niña cuando sale de su escondite, y cuando descubren que no es una bruja, sino su hermana, la piden que se quede a vivir con ellos, pero con la condición de que no hable con nadie en el bosque.
Un día la muchacha se queda sin fuego para preparar la cena, y fue a la cabaña de al lado a pedir lumbre a los dueños. La lumbre se la dio una anciana de aspecto amable que había en la casa, pero en realidad la anciana era una bruja, que a cambio de la lumbre quiere ir todos los días a sorberle un poco de sangre del dedo meñique. La niña trata de persuadir a la bruja de que no lo haga, argumentando que no podrá dejarla entrar, ya que sus hermanos no la dejan que abra la puerta a nadie, pero la bruja propone como alternativa que saque el dedo por el cerrojo cuando llame, y ya ella se ocupara del resto. La niña al principio consigue que sus hermanos no se enteren de nada, pero pasado un tiempo se percatan de que cada día que pasa su hermana está más pálida y delgada. La preguntan hasta que confiesa el trato que tuvo que hacer con la bruja para conseguir lumbre, y sus hermanos la responden que no se preocupe, que ellos se encargaran de deshacerse de la bruja. Así, la siguiente vez que la bruja llama a la puerta, ve que la niña no saca el dedo por el cerrojo como de costumbre. Para ver si la niña está en casa escondiéndose o ha salido, la bruja se asoma por la gatera, momento que uno de los hermanos aprovecha para decapitarla. Una vez muerta, los hermanos arrojan los restos de la bruja a un precipicio.
Pero las brujas no están dispuestas a dejar que alguien que ha matado a una de las suyas se vaya de rositas, y a los pocos días la niña, cuando va a la fuente, se encuentra con una anciana, que quiere venderle unas escudillas blancas. La niña las rechaza, diciendo que no tiene dinero con el que pagarlas, pero la anciana le regala doce, que llena de agua y deja para que sus hermanos las encuentran cuando vuelvan. Al llegar los hermanos y ver las escudillas llenas de agua, todos menos el más joven se beben toda el agua de un trago para aliviar su sed y se convierten en bueyes, mientras que el duodécimo, que solo había bebido un poco, se convirtió en cordero. La hermana se quedan cuidando de sus hermanos hechizados hasta que un día es vista por un príncipe que se había perdido por el bosque, que se enamora de ella nada más verla y la pide que se vaya a vivir con él en palacio y sea su esposa. La muchacha responde que no puede dejar solos a sus hermanos, y el príncipe responde que puede llevárselos para que vivan con ellos. Así la muchacha se va a vivir a palacio con el príncipe y se convierte en princesa, mientras que sus hermanos son instalados en corrales con todo tipo de lujos.
Un día que la princesa ha salido a pasear por la pérgola de la viña, en compañía de su hermano, el que se había convertido en cordero, se encuentran con una anciana, que es una de las brujas del bosque, quienes no se han dado aún por vencidas. La anciana le pide que le alcance un racimo de uvas, que cuelga encima de la cisterna, y la princesa, que no sospecha nada, trepa para cogerlo, momento que la bruja aprovecha para empujarla y hacer que se caiga en la cisterna. Después la bruja adopto la forma de la princesa y se metió en la cama, mientras que el cordero correteaba desesperado alrededor de la cisterna, pero como nadie entendía lo que sus balidos querían decir, y nadie oía los lamentos de la princesa, que se había caído a lo más profundo de la cisterna, nadie acudió en su ayuda. Al volver el príncipe la falsa princesa, sin salir de la cama, le dice que está enferma y que mate al cordero que no para de bailar, para comérselo. En cuanto oye esto el príncipe comienza a sospechar, ya que su esposa siempre pedía que nadie le hiciera daño al cordero, afirmando que era su hermano. Se pone a seguir al cordero y encuentra a su verdadera esposa en el fondo de la cisterna. Tras confirmar las sospechas de que la que está en la cama es una impostora, ordena que saquen a su mujer de allí y quemen a la bruja. Y a medida que la bruja arde en la hoguera, cada uno de los hermanos encantados recuperó su forma humana, y fueron nombrados príncipes.
Traducciones e inclusión en otras colecciones[]
El cuento fue traducido al alemán por Paul Heyse e incluido en la colección Italianische Volksmärchen, publicada en 1880, bajo el título Die zwölf Ochsen. Italo Calvino incluyo en la colección Cuentos populares italianos, publicada en 1956.
Ver también[]
- Los siete pichones, cuento del Pentamerón de Giambattista Basile.
- Los siete hermanos pichones, cuento popular italiano recopilado por Antonio De Nino.
- El palacio del Jarancón, cuento popular español recopilado por Aurelio Macedonio Espinosa Sr.
- La moza y el cuervo, cuento popular español recopilado por Aurelio de Llano Roza de Ampudia.
- Los siete ciervos, cuento popular mallorquí recopilado por Antoni Maria Alcover.
- La madre celosa, cuento popular marroquí recopilado por Jilali El Koudai.
- Udêa, la que desterró a sus siete hermanos, cuento popular libio recopilado por Hans von Stumme.