El Granzhio es un cuento popular italiano recopilado por Domenico Giuseppe Bernoni, que Italo Calvino incluyo en la colección Cuentos populares italianos bajo el título II principe granchio (Trad: El príncipe cangrejo).
Sinopsis[]
Un pescador que nunca consigue pescar lo suficiente para poder alimentar a su familia logra un día pescar a un cangrejo de descomunal tamaño. El pescador, pensando en todo el dinero que conseguirá por el cangrejo, se lo coloca sobre los hombros, va a su casa a decirle a su mujer que ponga la olla al fuego, y va hasta el palacio del rey a venderlo. El rey al principio no quiere comprar un cangrejo, pues no sabe que hacer con uno de tan gran tamaño, pero mientras que discute con el pescador aparece la hija del rey, que es una apasionada de todas las formas de vida marinas, y en cuanto ve al cangrejo le pide a su padre que se lo compre. El rey, que no puede decirle que no a su hija, compra el cangrejo, que es colocado en la piscina de palacio. La princesa no se separa nunca del cangrejo y siempre se queda a su lado, hasta el punto de que se aprende la rutina del animal de memoria, incluida una parte del día, desde el mediodía hasta las tres, que en la que el cangrejo desparece sin dejar rastro, aunque al final siempre vuelve a aparecer.
Un día que la princesa esta haciendo compañía al cangrejo, un mendigo llama a la puerta pidiendo limosna, y la princesa le tira desde el balcón una bolsa llena de monedas de oro para que la capture al vuelo, pero el mendigo no consigue atraparla, y la bolsa termina por caer en una zanja que se comunica con la piscina del palacio. El mendigo se mete en la zanja a buscar la bolsa, y nada por el canal hasta llegar a una sala ricamente decorada con una gran fuente en el medio. El mendigo escucha que alguien se acerca y se esconde detrás de los tapices. Ve llegar al cangrejo de la princesa, con un hada que no había visto nunca, montada en el lomo del animal. Tras descender del lomo, el hada golpea el caparazón del cangrejo con su varita mágica y el caparazón se abre, saliendo del interior un hermoso joven, que se sienta a comer en la mesa con el hada, que tras agitar su varita hace aparecer todo tipo de manjares. Cuando terminan de comer, el joven vuelve a meterse en el interior del cangrejo, el hada toca con su varita el caparazón tras cerrarlo, se monta, y los dos se marchan por dónde habían venido.
El mendigo sale de su escondite, se sumerge en el canal y nada hasta llegar a al piscina del rey, dónde se encuentra con la princesa, que le pregunta que hace ahí. El mendigo le explica a la princesa lo que acaba de ver, y la princesa decide ir al día siguiente a verlo con sus propios ojos. Al día siguiente, al mediodía, la princesa y el mendigo se sumergen en el canal y nadan hasta llegar hasta la sala. Escondidos detrás de los tapices, la princesa presencia la misma escena que el mendigo presencio el día anterior, pero, en cierto momento, mientras que el hada y el príncipe están distraídos sentados en la mesa, la princesa se mete en el caparazón del cangrejo. Cuando el joven se mete en el caparazón y se encuentra a la princesa, la advierte que como el hada la encuentre, les matara a los dos. La princesa le pregunta al joven como puede liberarlo del encantamiento. Mientras que el príncipe maniobra el cangrejo desde el interior para que el hada no sospeche nada, el joven, que es un príncipe, le dice a la princesa todo lo que tiene que hacer para romper el hechizo. Finalmente llegan a la piscina de palacio, la princesa sale del caparazón, dónde se encuentra con el mendigo, que había regresado por su cuenta, y la princesa lo recompensa.
La princesa va a ver a su padre y le anuncia que quiere aprender a tocar el violín, aunque lo que no dice es que eso forma parte del proceso para romper el maleficio. El rey manda llamar a los mejores maestros del reino para que den clases a su hija, y una vez que la princesa ha aprendido, le pide permiso a su padre para tocar el violín subida a una roca a orillas del mar. Al rey le parece una locura, pero aún así se lo consiente, aunque por precaución coloca cerca a algunos de sus hombres armados. La princesa se sube a lo alto de la roca, rodeada por sus ocho doncellas vestidas de blanco, y comienza a tocar, cuando de entre las olas surge el hada, que le pide a la princesa que vuelva a tocar. La princesa responde al hada que solo lo hará si el hada le entrega la flor que lleva en la cabeza. El hada accede, si la princesa consigue atrapar la flor cuando la arroje, y la princesa vuelve a tocar. Cuando termina de tocar, el hada la extiende la flor, pero cuando va a cogerla la lanza al agua.
La princesa se zambulle en el agua para cogerla, y tras mucho nadar consigue tocarla. En ese momento oye la voz del príncipe, diciéndola que ya puede volver a la orilla, que el hechizo se ha roto, pero que él antes tiene que pasar a ver a sus padres para informarles de que su hijo ha sido desencantado. La princesa vuelve a la orilla y cuando su padre la pregunta, ella se limita a responder que se lo ha pasado muy bien. Tras esperar veinticuatro horas, como el príncipe le había dicho, aparece el príncipe para pedirle la mano a la princesa. El rey al principio no sabe que hacer, ya que no conoce al príncipe de nada, pero una vez que la princesa aparece y le dice que ella ya conoce al príncipe, no tiene problema alguno en darles su bendición para que se casen.
Citas[]
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Galería[]
Adaptaciones[]
Álbumes ilustrados[]
- The Crab Prince: An Entertainment for Children, con ilustraciones de Christopher Mansen, publicado en 1991.