El Rey Selvático es un cuento popular italiano recopilado por Gennaro Finnamore, que Italo Calvino incluyo en la colección Cuentos populares italianos.
Sinopsis[]
Un rey tiene tres hijas, y la más hermosa de las tres es la más joven, tanto que cada vez que acude algún pretendiente a palacio a pedirle la mano a una de las dos hijas mayores, terminan por enamorarse de la menor en cuanto la ven. Como las dos hijas mayores ven que no van a ser capaces de conseguir marido mientras que su hermana pequeña este en medio, deciden conspirar juntas para deshacerse de ella. Le dicen a su padre que han tenido un sueño, en el que se revelaba que su hija más joven sería la deshonra de su linaje, al fugarse con un simple soldado. El rey, temeroso de que semejante deshonra llegase a cumplirse, llamo a un general y le ordeno que se llevase a la princesa al bosque en el que vivía el Rey Selvático y la matará. El general se lleva a la princesa al bosque y no desenvaina su espada ni le dice nada a la princesa de la orden que recibió de su padre hasta que la princesa no expresa el deseo de volver. Pero se apiada de ella e incapaz de matarlo la quita el vestido y lo empapa de sangre de cordero para enseñárselo al rey como si estuviese manchado con la sangre de su hija, como prueba de que ha cumplido sus ordenes. La princesa, mientras, se encontraba sola en el bosque, llorando, temiendo lo que pasaría si el Rey Selvático la encontraba. Tras llorar un rato, la princesa se seca las lágrimas y se queda dormida en el tronco hueco de un árbol. A la mañana siguiente el Rey Selvático, que ha salido de caza, encuentra a la princesa dormida mientras que perseguía a un ciervo herido. Tan hermosa le parece, que el Rey la despierta, la dice que no tenga miedo y la pregunta si quiere irse a vivir con él. La princesa acepta y se va a vivir a la cabaña en el bosque en la que el Rey Selvático había vivido solo hasta ahora, que la coge cariño y cuida de ella como a una hija.
Todas las mañanas, al levantarse, la princesa se peina sus trenzas frente a la ventana, y en el alféizar se posa un papagayo, que la dice que el Rey Selvático se la va a comer. La princesa, al oír las palabras del papagayo, se echa a llorar. El Rey Selvático la pregunta por qué llora, y la princesa le cuenta lo que le dice el papagayo. El Rey Selvático la dice lo que tiene que responderle la próxima vez que lo vea, y cuando la princesa le contesta al día siguiente, el papagayo se marcha volando, humillado y medio desplumado. Cuando su dueño, el rey de aquellas tierras, ve que a su mascota le faltan las plumas, pregunta a sus sirvientes quién lo ha estado desplumando. Los sirvientes le responden que nadie en palacio, pues el pájaro regresa todos los días desplumado tras ir a casa del Rey Selvático. Para averiguar que es lo que le hacen a su papagayo, el rey sigue a su papagayo al día siguiente hasta la casa del Rey Selvático, dónde ve a la princesa, que le resulta tan hermosa que se enamora de ella al instante. Tras ver la conversación que ocurre entre los dos y averiguar cuál es la causa del desplume de su mascota, el rey le pide al Rey Selvático la mano de la princesa, y este se la concede. El rey y la princesa se casan, y a la boda es invitado el padre de la princesa, que le pide a su hija que lo perdone por haberse dejado llevar por las calumnias de sus dos hijas mayores. En cuanto al papagayo, se fue volando y nunca más se supo que fue de él.
Ver también[]
- El hijo del rey, desencantado, cuento popular catalán recopilado por Manuel Milá y Fontanals.
- Las tres hijas del rey, cuento popular italiano.