Halloween en Haití es una novela de terror demonológico escrita por el autor Marcos Orowitz en el año 2018, y fue adaptada a un cuento en el año 2023 para formar parte del libro El señor de los cuentos.
Como sabrán, mis amigos, Haití es un país de América del Norte, con 27,000 km² de tierra y doce millones de habitantes. Para ser más específicos, es el país más pobre de América, y esto se debe a su tenebroso pasado, donde se vio involucrado Cristóbal Colón y su séquito de bastardos colonizadores, entre ellos presidiarios condenados a muerte, la peor basura de España que sirvieron de soldados en esas embarcaciones de la muerte para luego rendir tributo a semejante aberración en las aulas de los países de América Latina.
Si hay algo que debo reconocer de los gobiernos corruptos y miserables de Argentina es que, de alguna forma, retiraron de las aulas de esta nación a esos colonizadores y los colocaron como la peste que contaminó a la raza de los antiguos habitantes de América.
En el caso de Haití, para quienes no conozcan su cultura, voy a dejar una pequeña introducción: Cristóbal Colón arribó a la isla La Española en el año 1492 y la colonizó a la fuerza, porque era un punto estratégico para el comercio. Más tarde, tuvo un conflicto de intereses con Francia, que también demandaba esa facción de la isla. En 1697 terminó la guerra y dividieron la isla: los franceses se quedaron con Haití, que por aquel entonces se llamaba Saint-Domingue, y España se quedó con lo que ahora es la República Dominicana.
Saint-Domingue fue la colonia más rica del mundo por aquel entonces, fruto del trabajo de los esclavos y los indígenas. Los esclavos de origen africano recibieron los castigos más duros que puede recibir un ser humano. Entonces, en el año 1789, se rebelaron e hicieron una revolución que duró 12 años y fue el único levantamiento en la historia. Cuando lograron su independencia, cambiaron el nombre de esa nación a Haití. Pero eso no quedó así, y quizá este sea el origen de semejante pobreza en ese país. Francia no lo reconoció como país y les solicitó 150 millones de francos, que convertidos a la actualidad equivalen a setecientos millones de dólares, a cambio de reconocerlos como país y de no invadirlos nuevamente para conquistarlos de nuevo. Y no es que a Francia le faltaran recursos para hacerlo. Entonces, para pagar esa deuda, los impuestos eran altísimos y las ganancias del país se utilizaban para pagarle a Francia, lo que posiblemente provocó que todo se estancara. No hubo forma de invertir en infraestructura y avances. Duraron 122 años pagando su independencia y tuvieron que pedir préstamos con intereses muy altos.
En la actualidad, esta nación no tiene un mandatario, pues las guerras internas entre diferentes facciones políticas armadas asesinaron al último, y posiblemente continúe de la misma manera por tiempo indefinido.
Fragmento de la novela
Recuerdo el día que todo empezó. Fue exactamente cuando llevé a mi hijo Christopher al especialista en oncología para su consulta mensual. El doctor Jacob era un buen tipo y acompañaba a mi hijo desde hacía un año. De alguna manera, fuimos construyendo algo más que una relación de paciente y médico. A Jacob le gustaba indagar sobre el desarrollo en la vida de mi hijo, y lo sorprendente es que siempre recordaba todo lo que decíamos sin perder detalle.
Jacob había perdido un hijo a la edad que Christopher comenzó su tratamiento. Fue un accidente trágico y triste: de forma inesperada, su hijo fue embestido por un camión cuando regresaba a casa en su bicicleta. Jacob siempre mencionaba las características físicas semejantes a las de mi hijo; quizá por esa razón era tan condescendiente con él.
No sé cómo acepté ir a ese lugar junto a mi hijo. La necesidad tiene cara de hereje y la estupidez no tiene límites. Cuando se fusionan, dan a luz una mala decisión, y esa mala decisión nos lleva a cometer errores. A veces, a causa de ellos, podemos perder la vida o poner en peligro a los nuestros. Pero vaya que padecimos una verdadera pesadilla en plena temporada de Halloween en Haití. Todo esto comenzó cuando el doctor Jacob nos invitó a visitar su cabaña en las afueras de la ciudad, cerca del río.
Salí de casa junto a Claudia, mi mujer, y Christopher, mi único hijo. Llegamos antes de la hora indicada. Esta vez, la carretera se presentó estable y descongestionada, lo que hizo que el viaje fuera rápido.
Jacob nos recibió junto a su mujer Marilyn de manera muy afectuosa, como si ya fuésemos grandes amigos de toda la vida. Habían preparado carne roja y algo de pescado a la parrilla. Comimos en el jardín, junto a las flores y los árboles de estación que perfumaban todo a su alrededor.
Hablamos de nuestras vidas, de nuestros logros y también de nuestros fracasos. A Christopher se le ocurrió la idea de recitar un poema de su autoría parado frente a la mesa, hazaña que sorprendió sobremanera a los anfitriones.
Aunque noté tristeza en los ojos del doctor, él se quedó observando con su mirada perdida en algún punto cercano a Christopher, para luego derramar una lágrima que rápidamente su esposa secó con sus manos.
Jacob: El niño tiene grandes dotes de inteligencia; es bueno que las canalice por medio de la poesía.
Alfred: Yo creo que podría aspirar a más si no fuera por esa maldita enfermedad que sobrepasa los límites de la medicación.
Jacob: No te preocupes, todo estará bien. Solo disfruta con tu familia del momento. Ya tendremos tiempo de hablar sobre cuestiones que pueden tener solución.
Cuando el doctor terminó esa frase, me quedé pensando en las tres últimas palabras que pronunció: “pueden tener solución”. ¿Acaso había algún tipo de tratamiento que desconocíamos?
Quizá la ciencia médica había elaborado un medicamento nuevo que se estaba probando antes de salir al mercado y necesitaban voluntarios portadores de esa enfermedad para probarlo. No lo sé, pero no fue una buena idea escuchar esas palabras, ya que pasé el resto del día pensando en esa desconocida alternativa.
Cuando regresamos a casa y ya por la carretera, Christopher me hizo una pregunta que jamás olvidaré. Me dijo: “Papá, ¿por qué tú nunca me has preguntado qué deseo ser cuando sea grande?”
Alfred: Quizá porque me gusta que la vida nos sorprenda con lo mejor.
Christopher: ¿O será que nunca imaginaste verme en ese punto del tiempo?
Alfred: Claro que no, hijo. Yo te imagino siendo la persona más feliz y con la mejor familia del mundo.
Es solo que a veces no digo lo que siento o pienso, y lo hago porque quizá mi cabeza se encuentra un poco saturada con los trajines del trabajo.
Christopher no cuestionó nada más. Apoyó su cabeza de costado sobre el respaldo del asiento, cerró los ojos y se quedó dormido.
La mirada de mi esposa, pensativa, se perpetuó en mí. Ella quedó sorprendida de esa charla. El niño estaba creciendo y las cosas cambiaban. Él necesitaba una respuesta que yo no podía darle, y eso me frustraba terriblemente.
Durante el tratamiento, Christopher se mostró optimista, aun cuando su piel se puso pálida, sus fuerzas decayeron y los vómitos se hicieron recurrentes. Le compré un gorro de su equipo favorito, los Yankees de Nueva York, para cubrir su cabeza y evitar que se frustrara frente al espejo. El solo hecho de ver su cabeza completamente rasurada le producía terror y lo desalentaba.
Pero el niño se comportaba de manera inteligente. Sabía que toda esta trama nos afectaba tanto como a él. Quizá por eso nunca lo vi llorar, y si lo hizo fue por las noches, debajo de las sábanas, para que nadie más que él pudiera experimentar el horror y el miedo a la muerte, un miedo silencioso y pensante que solo Christopher conocía a detalle.
Un viernes, cumpliendo con mis labores diarias y luego de pasar gran parte del día cavilando en aquellas palabras que pronunció el doctor Jacob cuando fuimos invitados a su casa, tomé coraje y le hice una llamada...Consigue el libro
“Halloween en Haití” fue publicada el 24 de junio del 2024 por la editorial Vibras y está disponible en una variedad de formatos para satisfacer las preferencias de todos los lectores, incluyendo E-book, audio y papel de 381 paginas, La novela ha trascendido fronteras, con traducciones a 25 idiomas, lo que refleja su alcance global y permite a una audiencia internacional experimentar este viaje a través del terror psicológico de la mano de Martina olivera y Marcos orowitz”