Crímenes Ejemplares (1957) es una obra del escritor hispano-francés Max Aub en el que se recogen numerosos microrrelatos relacionados con asesinatos anónimos. Estos mismos están justificados en el cuento por causas cotidianas o absurdas. La obra ofrece una relación poco común como es la de lo absurdo y el acto de matar, desde las perspectiva de lo trivial y banal. Llena de humor negro, el autor decidió dividir la obra en cuatro secciones o temas:
- Crímenes: «Lo maté sin darme cuenta. No creo que fuera la primera vez»
- Suicidios: «Llámenlo el sueño eterno. Como padezco horriblemente de insomnio, pruebo.»
- De gastronomía o de antropofagia: «Le gustaba tanto que no dejó nada. Le chupó hasta los huesos. De verdad había sido bonita.»
- Epitafios: «Del sociólogo: Se equivocó.»
Max Aub explicó en el prólogo de la obra, publicada por primera vez en 1957 en Barcelona, que estas confesiones estaban justificadas de alguna manera, porque la experiencia de los años le «habían abierto a la comprensión». Los textos, rodeados de un fuerte humor negro, fueron siendo suprimidos o añadidos según Aub los escribía. Los crímenes fueron escritos durante diferentes períodos, por lo que no existe verdaderamente una edición igual a las anteriores o posteriores. En gran medida, esto se debió al intelecto y la gran capacidad creativa del autor, el cual explicaba que «siempre que pude evité la monotonía, que es otro crimen».
El humor en Crímenes ejemplares[]
Acerca del humorismo de Max Aub escribió Manuel Tuñón de Lara, se dijo que era:
«poliédrico y difícil de definir, toda vez que el discurso de la risa aubiano adopta diferentes formas y moldes que guardan varias deudas: hacia el conceptismo quevediano, el ludibrio lingüístico de la greguería de Ramón Gómez de la Serna y una pizca del discurso valleinclanesco, del esperpento indignado reflejado ante los espejos de los callejones.» (Arranz, 2003).
Esta visión hace destacar a muchos de los personajes de los cuentos, como es un niño llorón, un lotero, una mujer con halitosis, un delator, un viejo doctor o un cartero. Sin embargo, el verdadero encanto y subversión de la obra yace en la presentación de los crímenes no como ficciones macabras, sino como moralejas de escarmiento que sirven para la crítica de ciertos actos. El escarmiento no se dirige hacia el asesino o el culpable, sino hacia la víctima. Las acciones de los que presentan un mal final suponen un castigo justificado por el autor porque son considerados también como crímenes:
- «Lo maté porque habló mal de Juan Álvarez, que es muy mi amigo y porque me consta que lo que decía era una gran mentira»
- «Antes muerta» me dijo. ¡Y yo lo único que quería era darle gusto!»
Esta justificación del crimen aparece como una acción de defensa ante un evento que ofende o crea un estado de nerviosismo en el personaje que comete el homicidio. Por supuesto, la ironía recae en el evento que provoca el asesinato, que resulta inferior en gravedad respecto al verdadero crimen. Este elemento inferior, insignificante socialmente es la justificación que el lector posee para ver como válido el homicidio o no; normalmente los elementos desencadenantes suelen ser una mala contestación, un mal olor, un ruido molesto, un error...
Recursos humorísticos[]
Según el trabajo de Tejada Tello (2019), Aub hizo uso de determinados mecanismos lingüísticos para manifestar es tan reconocido humor sutil y negro en algunos relatos, la ironía, el juego verbal o incluso el carácter esperpéntico de algunos personajes. Desde un primer momento, el autor contextualiza la obra en lo que será el elemento marco por antonomasia: lo absurdo. El propio Aub lo aclara así en su prefacio:
«Empleo, evidentemente, un tono absurdo para presentar estos ejemplos. Me falta aliento para hacerlo a la pata la llana, que la retórica tiene eso de bueno: muleta y muletas.»
Nos encontramos así con dos conceptos sobre los que girará el tema de la obra: lo absurdo y la retórica. Estas características parecen llevarnos a obras anteriores como las de Ramón Gómez de la Serna o aquellos de Miguel Mihura, a quien Max admiraba. Este último será el que más influencia imponga sobre Aub y, por tanto, la similaridad entre la obra de ambos es más que obvia.
Aux rescató de las obras de Mihura la ruptura del sistema (De Miguel, 1995:9-11):
- Ruptura mediante sustitución del absurdo por la lógica. Esto se ve en los relatos cuando los personajes deciden dejar a un lado la lógica universalmente reconocida, por sus propias lógicas.
- Ruptura mediante la exagerada reacción del personaje ante un evento insignificante o comúnmente considerado banal
- Ruptura mediante la subversión de la responsabilidad del crimen. Dicho de otra forma, los personajes culpabilizan a una tercera persona ajena al suceso o a cualquier objeto cercano que hubiera sido testigo.
- Ruptura por automatismo o distracción. Los personajes obvian lo establecido por la experiencia y lo que está socialmente pactado.
Personajes y su relación con la responsabilidad[]
Los personajes de Crímenes ejemplares se caracterizan principal y marcadamente por su actitud antes las normas establecidas por la sociedad. Los protocolos, las medidas mesuradas, las reacciones comedidas, los comentarios formales e inofensivos se ven totalmente modificados por brutalidades y crueldades en la vida cotidiana. En otros casos, sin embargo, los personajes cometen el delito especialmente por tener que convivir con estas insoportables y molestas normas:
«Estábamos en el borde de la acera, esperando el paso. Los automóviles se seguían a toda marcha, el uno tras el otro, pegados por sus luces. No tuve más que empujar un poquito. Llevábamos doce años de casados. No valía nada.»
La hipérbole y la paradoja son, junto con las características anteriores, los dos rasgos significativos del comportamiento de los personajes. Es el caso del siguiente criminal:
«Lo maté porque, en vez de comer, rumiaba»
Ilustraciones de la novela[]
La editorial Libros del Zorro Rojo decidió homenajear la obra de Max Aub añadiendo un ingrediente visual, ahora casi esencial en la obra, que convertiría a esta edición una de las más completas hasta la fecha. La obra ahora es expuesta conjuntamente con ilustraciones de Liniers (Ricardo Siri Liniers) que representan gráficamente la posición de quiebre que lleva a los personajes agresores a las situaciones más extremas. Según el artista, lo más complicado de la edición fue conseguir plasmar el humor en situaciones tan oscuras y grotescas como son el despedazamiento de cuerpos, las decapitaciones o los ataques de terrorismo. Así explicaba Liniers la dura relación de estos crímenes con los temas actuales. Por supuesto, el objetivo final de la edición siempre fue el de proporcionar las perspectiva más humorística, aunque el contexto de su elaboración complicaran ese pensamiento:
«Por desgracia el tema que plantea Crímenes ejemplares es muy vigente porque justo cuando Liniers hacía las ilustraciones sucedieron mil cosas, como el atentado contra Charlie Hebdo, Ayotzinapa y ahora lo de París. Son textos vigentes que han pasado por el tamiz del humor para restarle esa rigidez de hierro al tema de los crímenes y asesinatos para luego propinarte un nocaut.»
Sin embargo, existen también otras ediciones ilustradas, como la ofrecida por Media Vaca, con viñetas extraídas de Book of Objects (San Luis Potosí, 1883).
