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La fòla dèl candlir es un cuento popular italiano recopilado por Carolina Coronedi-Berti, que Italo Calvino incluyo en Cuentos populares italianos bajo el título Bene come il sale (Trad: Cómo a la sal).

Sinopsis[]

Un rey tenía tres hijas. Para averiguar cuánto le quieren, se lo pregunta a cada una. La mayor le dice que le quiere tanto como a sus propios ojos, y lo mismo responde la mediana, pero la menor, que se llama Zizola, le dice que le quiere tanto como a la sal. La respuesta de Zizola enfurece a su padre, quién ordena que se lleven a la princesa al bosque y que la maten. En cuanto se entera de las ordenes de su esposo la reina, que quiere mucho a su hija, idea un plan para salvarla. Oculta a Zizola en el interior de un candelero de plata, junto con bizcochos, chocolates e higos secos por provisiones, y manda a un criado de confianza que vaya a venderlo al mercado. Si un pobre le pregunta cuánto cuesta, el criado debe de responder dando un precio alto que no puedan permitirse pagarlo, pero si son grandes señores, les dé un precio bajo.

Después de que Zizola se despida de su madre y le dé las gracias, el criado lleva el candelero a la plaza. Varias personas le preguntan cuánto cuesta, pero como le caen bien les dice algún precio desorbitado que sabe que no podrán pagar. Tras un rato paso por ahí el hijo del rey de Torraba, que tras examinar el candelero pregunta por el precio, y el criado le dice uno tan bajo que casi es como si lo regalase. El príncipe pago el precio y se llevo el candelero a su palacio, dónde lo instala en el comedor. El príncipe suele salir por la noche, pero como no quiere que en palacio se queden esperándole, los criados le dejan la cena preparada en el comedor para cuando vuelva. Zizola, cuando se da cuenta que la habitación está vacía, sale del candelero, se come la cena que encuentra encima de la mesa y vuelve al interior del candelero antes de que vuelva el príncipe, que cuando llega y ve que alguien se ha comido su cena, despierta a los criados y les pregunta quién ha sido, y siempre le dicen que la cena se la han dejado lista, y que seguramente se la habrán comido el perro y el gato. Al final le preparan al príncipe otra cena, y antes de ir a dormir, les dice a sus sirvientes que como vuelva a ocurrir, les despide. Lo mismo ocurre la segunda noche, y la tercera. El príncipe, harto de que siempre desaparezca la cena y nadie diga quién ha sido, se esconde debajo de la mesa, que está cubierta con un mantel que llega hasta el suelo, y espera a que el maleante aparezca. En cuanto los criados salen de la habitación tras servir los manjares, Zizola sale del candelero y empieza a comer. El príncipe entonces sale de debajo de la mesa y la agarra por el brazo. La princesa intenta soltarse, pero el príncipe no la deja ir, y ella termina por contarle como acabo en aquella situación. El príncipe, que se ha enamorado de ella, la perdona por haberse comido su comida y la manda que vuelva al interior del candelero. Tras pasar la noche sin pegar ojo, pues no puede parar de pensar en Zizola, el príncipe ordena que trasladen el candelero a sus aposentos. Cuando le preguntan por qué, responde que porque piensa que es tan bello que quiere tenerlo cerca, y después ordena que a partir de ese día le traigan raciones dobles de comida a su habitación. Siempre que los criados traen la comida, una vez que se marchan el príncipe cierra la puerta con llave, Zizola sale del interior de su candelero y comen juntos. 

La madre del príncipe empieza a preguntarse por que a su hijo de repente le ha dado por comer en su habitación, mientras que ella se tiene que quedar comiendo sola. Cuando se lo pregunta a su hijo, este se limita a contestar que quiere estar solo. Un día el príncipe le dice a su madre quiere casarse. La reina le pregunta a su hijo si ya se ha echado novia, y su hijo le responde que sí, que su novia es el candelero. La reina, en cuanto lo oye, piensa que se ha vuelto loco y trata de hacerle entrar en razón, el príncipe no da su brazo a torcer y terminan por celebrarse las bodas. El día de la ceremonia, el príncipe va al altar junto con el candelero, y cuando llegan, Zizola sale del interior. Zizola y el príncipe se casan, y por el camino de regreso de la iglesia la princesa le explica a su suegra como fue a parar al interior de un candelero. En cuanto la reina se entera, decide darle un escarmiento al padre de su nuera. La reina orgnizá un banquete de bodas al que invita a todos los reyes de los reinos vecinos, incluido el padre de Zizola, para que el que encarga una comida especial, en la que ninguno de los platos que le sirvan lleven sal. En el banquete, los invitados se fijan que no ven a la novia por ningún lado, y cuando se lo comentan a la reina, ella menciona que su nuera no ha podido venir porque está indispuesta. Empiezan a comer, y cuando el padre de Zizola prueba la sopa, le parece que está insípida, por lo que deja de comerla. Lo mismo sucede con el guiso. La reina le pregunta por qué no come, y el rey se excusa diciendo que no se encuentra bien. Mientras intenta masticar la insípida carne, se acuerda de la respuesta que le dio su hija menor. El remordimiento se apodera de él y rompe a llorar, mientras que se lamenta por sus actos. La reina le pregunta por qué llora, y el rey se lo cuenta todo. La reina manda hacer venir a la novia, y en cuanto el rey reconoce a su hija corre a abrazarla, pidiéndola perdón.

Versión de Italo Calvino[]

La versión de Calvino apenas presenta alteraciones respecto al texto original de Coronedi-Berti, salvo al principio, en el que Calvino incluye un comienzo tomado de otro cuento italiano perteneciente al ATU 923, La Sendraroeula, recopilada por Caterina Pigorini Beri:

Un rey tiene tres hijas, una rubia, una castaña y una pelirroja. Las dos primeras son feas, mientras que la tercera es hermosa, lo que la convierte en objetivo de la envidia de sus dos hermanas. El rey además tiene tres tronos: uno blanco, uno rojo y uno negro, en los que se sientan dependiendo del humor en el que se encuentre cada día. Cuando se sienta en el blanco es que está contento, cuando se sienta en el rojo está regular, y cuando se sienta en el negro esta enfadado. Un día que esta sentado en el negro, las dos hijas mayores se acercan a hacerle la pelota, y el rey las dice que esta enfadado con ellas por que no le quieren. La mayor responde que si que le quiere, y compara el amor que siente por su padre con lo mucho que le gusta el pan, y la mediana hace lo mismo, solo que, en lugar de compararlo con el pan, lo compara con el vino. Las respuestas complacen al rey, pero cuando la menor entra y es su turno, compara el amor que siente por su padre con la sal. El resto del cuento transcurre como en el texto original de Coronedi-Berti.

Ver también[]

Enlaces externos[]