Bellindia es un cuento popular italiano recopilado por Gherardo Nerucci, que escucho de Luisa la viuda de Ginnani.
Italo Calvino incluyó el cuento en su colección Cuentos populares italinaos, publicada en 1956, bajo el título Bellinda e il Mostro (Trad: Bellinda y el monstruo).
Sinopsis[]
Un comerciante de Livorno tiene tres hijas, una llamada Carolina, la otra Asunta, y la menor y la más buena de las tres Bellindia. Un día el comerciante se presenta en casa portando malas noticias, pues están en la ruina ya que el barco del comerciante ha perdido toda su carga. Al enterarse Carolina y Asunta rompen a llorar, pero Bellindia trató de animarlos. La familia tuvo que irse a vivir al campo, y las hermanas de Bellindia se pasaban el día entero sin hacer nada salvo quejarse de su situación, mientras que todas las tareas recaían en Bellindia. Pasados varios meses el comerciante regresó a Livorno, y al volver con sus hijas les informó de que el barco había regresado, y que no todo el cargamento se había perdido, solo la mitad, y que el comerciante volvería a la ciudad a reclamarlo. El día antes de partir el comerciante pregunta que quieren que les traiga, y Asunta pide un vestido de seda color del cielo, Carolina uno de color melocotón, y Bellindia solo pide una rosa, petición de la que se burlan sus hermanas. Al día siguiente el comerciante va a Livorno, compra los vestidos para Carolina y para Asunta, y alquila un caballo para regresar a casa. Pero tan distraído va el comerciante por el camino que no se da cuenta hasta que es demasiado tarde de que el caballo se ha perdido y ya es de noche. En el bosque el comerciante llega a un palacio luminoso, en el que entra tras dejar al caballo en el jardín y no ve un alma, aunque encuentra una mesa servida con todo tipo de manjares, en la que se sienta a comer del hambre que tiene. Al terminar de comer el comerciante busca una habitación en la que pasar la noche, y cuando la encuentra se desviste, se mete en la cama y duerme como un lirón hasta la mañana siguiente. El comerciante baja al jardín a buscar al caballo, pero se detiene al ver un rosal tan bonito que coge una rosa para Bellindia. Al instante un feo mago aparece, llamando al comerciante bribón y preguntando si es así como el comerciante paga su hospitalidad. El comerciante respondió que la rosa era para su hija Bellindia, y al oír esto el mago se calmó y le dijo al comerciante que podía irse, con vida y con la rosa, pero que dentro de ocho días debería de traer a su hija para quedarse con él. Dicho esto, el mago desapareció.
El comerciante regresó a casa y le contó a sus hijas lo ocurrido. Carolina y Asunta le echaron la culpa de todo a Bellindia, quién dijo que si debía de ir con el mago, iría. Pasados los ocho días y el comerciante llevó a su hija al castillo del mago. Una vez que se marchó el comerciante Bellindia recorrió las estancias del palacio y no se encontró que nadie hast que llegó la hora de comer, cuando al sentarse a la mesa la joven finalmente conoció en persona al mago, que pregunto a la joven si lo amaba. Ella respondió que sí, pero cuando el Mago la pregunto si se casaría con él ella dijo que no, y el Mago desapareció. A partir de entonces la misma escena se repetía todas las noches, pero aunque ella siempre respondía que no a la proposición de matrimonio del Mago, cada vez disfrutaba más de su compañía. Transcurridos varios meses Bellindia recibió una carta de su padre, informándola de que su hermana Asunta iba a casarse con un carpintero, y Bellindia le peguntó al Mago si podía ir a la boda. El Mago respondió que sí, pero que Bellindia debía de regresar dentro de ocho días. Antes de ir el Mago le dio a Bellindia un anillo, que si su piedra se volvía turbia siginificaba que el Mago estaba enfermo, y un baúl para que lo rellenará con regalos para su familia. Tras llenar el baúl Bellindia se metió en la cama, y al día siguiente se desperto en casa de su padre, con el baúl a los pies de su cama. Al principio todos se alegraron mucho de volver a ver a Bellindia, pero sus hermanas, al enterarse de lo feliz que era y de la vida de lujos y riquezas que ahora llevaba, llenas de envidia le quitaron a Bellindia el anillo, y no se lo devolvieron hasta que el padre no intervino. Cuando por fin Bellindia recupero el anillo le echo un vistazo rápido y se dio cuenta de que la piedra estaba turbia. Su padre la llevó de vuelta al castillo, dónde encuentra al Mago, que le informa que estuvo muy enfermo durante su ausencia, y le pide que a la próxima no se demoré tanto. Dos meses más tarde Bellindia recibe otra carta, informando que ahora es su hermana Carolina la que se casa, y el Mago vuelve a dejar a Bellindia ir, con las mismas condiciones. Cuando Carolina y Asunta vuelven a ver a su hermana y lo feliz que es su odio y celos aumentan, especialmente porque Asunta es infeliz en su matrimonio, pues su esposo la pega. Al oír lo que paso la última vez las hermanas vuelven a quitarle el anillo a Bellindia, y cuando se lo devuelven ya han pasado los ocho días y la piedra del anillo está negra del todo.
Desesperada por lo que eso puede significar Bellindia corre de regreso al castillo, mientras que sus hermanas se regodean en la idea de que el Mago probablemente haya muerto. Cuando la joven llega al palacio no ve al Mago por ningún lado, y se pone a buscarlo por todas partes hasta que finalmente lo encuentra yaciendo muerto junto a los rosales de los que su padre cogió la rosa. Bellindia, desesperada, se arrojó a sus brazos y exclamó que, de seguir vivo, se hubiera casado con el Mago. Al instante el Mago se reincorporó y se convirtió en un hermoso joven, que informó a la muchacha que en realidad era el hijo de un rey, al que un hada había obligado a permanecer bajo aquella forma hasta que encontrará a una joven que aceptara casarse con él a pesar de su feo aspecto. Bellindia y el príncipe se casaron, y a la boda invitaron al padre, pero a las dos hermanas se quedaron paralizadas del odio y las colocaron a cada una a un extremo de las puertas de palacio
Versión de Italo Calvino: Bellinda e il Mostro[]
La versión incluida por Calvino en Cuentos populares italianos presenta una serie de significativas alteraciones a la historia, siendo la más relevante de todas la sustitución de la forma en la que Bellindia, llamada aquí Bellinda, se entera de las bodas de sus hermanas. En lugar de simplemente cartas enviadas por su pade, Bellinda se entera gracias a un árbol mágico en el jardín del Monstruo, llamado el Árbol de la Risa y el Llanto, además de que antes de romper el hechizo Bellinda va a casa de su padre una tercera vez, en este caso porque su padre se está muriendo. Todo esto fue extraído de otra variante italiana, también titulada Bellindia, aunque en este caso procedente de Abruzzo, al sureste de Italia, y recopilada por Antonio De Nino.
Ver también[]
- Zelinda y el monstruo, cuento popular italiano recopilado por Vittorio Imbriani.
- La rosa encantada, cuento popular italiano recopilado por Rachel Busk.
- Rosina emperatriz, cuento popular siciliano recopilado por Giuseppe Pitrè.
- La Bella y la Bestia, cuento de la autora francesa Jeanne-Marie Leprince de Beaumont.