Antonio Casquín es un poeta salvadoreño. Nació el 17 de diciembre de 1964 en la ciudad de Quezaltepeque, departamento de La Libertad.
Datos biográficos[]
Emerge en el mundo de la literatura durante el segundo lustro de la década de los ochenta en el Taller Literario Xibalbá, en el seno de la Universidad de El Salvador.
Herido en combate en noviembre de 1989, marcha al exilio. De regreso a El Salvador trabaja en la integración de grupos y círculos de estudio literario con jóvenes de diferentes instituciones y municipios logrando, hacia 2005, la integración de la GENERACIÓN DE LA SANGRE a la que pertenecen actualmente nueve talleres y círculos literarios a nivel nacional: Teshcal, Amílcar Colocho, Deliracigarra, Tochtli, Tapayáhuit, CaMinaSilencio, Ceniza Primitiva, Don-aire, Xipet. Ha sido pionero en organizar Tres Encuentros Nacionales de Talleres Literarios en El Salvador, en 2005, 2008 y 2010.
Premios que ha obtenido por su obra[]
- Mención de Honor, Certamen Reforma 89, Iglesia Luterana de El Salvador con su poemario Mesón, 1989; Mención de Honor Certamen Generación 89, Ministerio de Cultura, con su libro Confesión, 1989; Segundo Lugar, Certamen Roque Dalton Vive, organizado por la Juventud Roque Dalton, con su obra Exilio, 1993; Segundo Lugar, Juegos Florales de Santa Ana, con su poemario Salmo 151, 1995; Premio Único Estudiante 1998 promovido por el Centro de Asuntos Estudiantiles de la UCA y Editorial Alfaguara con su libro Tango de vida, entre otros.
Obras publicadas[]
- Confesión en el tiempo (El Salvador, 1988); De la Palabra al canto (El Salvador, 1988); Mesón (Editorial Criterio, El Salvador, 1990); Xibalbá(Publicaciones Serpientemplumada,El Salvador, 2010). Además mucha poesía suya ha sido publicada en boletines, revistas y periódicos nacionales e internacionales.
- En la nota preliminar de su libro Confesión en el tiempo, el recordado poeta Ulises Masís dice: “Leímos con sumo agrado la forma en que el joven poeta Antonio Casquín maneja disimuladamente el tema social. Hace falta, para comprenderla, que se interne en su estilo de decir las cosas que nos interesan no solo a los salvadoreños sino a todo los pueblos de Latinoamérica. Él se refiere a un pueblo en conflicto, pero con buen tacto toca la médula de otros pueblos sufrientes. Hay que leerlo con gran cuidado para no confundirlo con un lirismo equivocadamente personal, ya que su temática se refiere ocultamente a una amada ausente. Dejo al lector que haga su propio juicio sobre la calidad de este joven poeta”.
- Al aparecer su segundo poemario, Vladimir Orellana Cárcamo, el prologuista entre otros aspectos señala “(…) De la palabra al canto es un libro en que Antonio Casquín testifica la plenitud de su vivencia personal (…) nuestro poeta alza su voz para decir con amplia franqueza lo que ama y odia, lo que detesta y aprecia. Para él los aviones son enemigos de los amantes/ tienen el colosal ruido de la distancia (…) Cada uno de los poemas del libro va mostrando una manera diferente de apreciar la vida, de protestar por la injusticia, y del momento actual de la guerra que reclama del poeta su canto para perennizarse en el común calendario del pueblo y en la vigilia del tiempo (…) La motivación del poeta ha sido diversa. La crueldad de este tiempo en el que la muerte como leona ruge, en cada esquina de la ciudad, en cada caserío de nuestra triste geografía salvadoreña (…) Poesía de arraigo a la tierra y a la sangre es esta. Con sus versos ha ido creando el canto ecuménico al mañana provisorio en el que ha de despertarse la parábola de la paz y la felicidad suprema que dormía en los viejos odres. En resumen se puede decir que Antonio Casquín ha entrado bastante bien en el camino de la poesía, ha ido bebiendo la miel del alfabeto, llegando así a la Palabra…al Canto (…)”
- Casi dos años después, al aparecer el libro Poesía Reforma 89, que incluía los libros premiados en el certamen del mismo nombre organizado por la Iglesia Luterana de El Salvador, el también escritor y poeta Julio Iraheta Santos escribió y publicó un emocionado y casi personalizado comentario en el cual, entre otros aspectos señala: “(…) Hay luz inapagable en tu voz. Tu dolor nos recuerda el dolor de Vallejo aunque las formas de decirlo sean diferentes. Por último, si bien es cierto que desde el ojo del perfeccionismo hay algunas cosas mínimas que pulir, Mesón se salva por su expresividad, elemento que supera cuestiones formales (…) Tu poemario, si hubiese sido sometido al fallo de la gente del pueblo, del habitante de los barrios viejos y de las zonas marginales te hubieran dado la medalla de oro de sus corazones. Y si quizás los jurados se hubieran detenido más en tu grito, ya que al fin y al cabo lo enviaste al matadero literario, sin duda le hubieran otorgado el primer lugar. (…)”
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