El aglomerante, generalmente cemento Portland, se mezcla con una proporción adecuada de agua para iniciar la reacción de hidratación. Los agregados, según su diámetro medio, se clasifican en áridos como grava, gravilla y arena. La mezcla de cemento y agua se conoce como pasta de cemento. Si se añade arena, se obtiene mortero, y al agregar grava al mortero, se forma el concreto. También existen hormigones con otros aglomerantes, como el hormigón asfáltico, que utiliza betún en lugar de cemento. En algunos países, como Venezuela y Chile, al elaborado con cemento Portland se le llama comúnmente mezcla o cemento.
El cemento es un material pulverulento que, al mezclarse con agua, se convierte en una pasta moldeable con propiedades adherentes. Al endurecerse en pocas horas, adquiere una consistencia pétrea. El cemento se compone esencialmente de silicato cálcico hidratado (S-C-H), responsable de sus propiedades adhesivas. Se le denomina cemento hidráulico cuando el material resultante de la hidratación es estable en entornos acuosos. Para modificar sus características, se pueden añadir aditivos y adiciones en cantidades menores al 1 % de la masa total del concreto. Estos pueden ser colorantes, aceleradores y retardadores de fraguado, fluidificantes, impermeabilizantes, fibras, entre otros.
El hormigón o concreto convencional, comúnmente utilizado en pavimentos, edificios y otras estructuras, tiene una densidad que varía entre 2200 y 2400 kg/m³ (137 a 150 lb/ft³). Esta densidad depende de la cantidad y densidad del agregado, la cantidad de aire atrapado o incluido intencionalmente, y las proporciones de agua y cemento. El tamaño máximo del agregado influye en las cantidades de agua y cemento necesarias. Al reducirse la cantidad de pasta (y aumentar la cantidad de agregado), se incrementa la densidad. En el diseño del concreto armado, el peso unitario de la combinación del concreto con la armadura se considera generalmente de 2400 kg/m³ (150 lb/ft³).